¡ 11 !

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Despertó.

La sorpresa en el rostro del castaño era evidente. Jimin colocó ambas manos en el vientre del pelinegro para tratar de alejarlo y lo consiguió por más que no quisiera.

— Jungkook, esto... n-no es lo correcto. — titubeó, algo que casi nunca hacía. Jungkook notó las mejillas del castaño verdaderamente sonrojadas, realmente parecía un lindo tomatito. Pero era su tomatito.

— ¿Por qué, Mochi?. —le preguntó mientras esbozaba una sonrisa que le era imposible ocultar.

— Porque... no somos nada. —la sonrisa de Jungkook fue desapareciendo hasta quedar en una línea recta. Era como si una estaca atravesara su corazón sin piedad.

—Oh... sí tienes razón. — le dijo mostrándole una sonrisa, solo que no era la misma de hace unos momentos, era triste. — Lo siento. — se levantó de su asiento sin desviar su mirada en el rostro colorado de Jimin. — Será mejor que regreses a clases, hay personas preocupadas por tí.

"Como yo hace unos minutos por tí".

— U-Uhm claro, solo déjame guard- —guardó los libros sobre la mesa en su mochila a su lado, cuando levantó la mirada, Jungkook no se encontraba más allí.

Jimin se apresuró en salir de la pequeña sala para seguir al pelinegro, quien caminaba sin ver atrás. El castaño sintió que había sido muy duro con él y lo fue.

—¡Jungkook!. —le gritó cuando salieron de la biblioteca. —¡Detente!.

El pelinegro se detuvo, Jimin con esfuerzo lo alcanzó para colocarse frente a él, con la respiración agitada, no le gustaba correr.

—¿Por qué te fuiste de esa manera?. — preguntó acomodándose la mochila en sus hombros. — F-Fue muy difícil alcanzarte. Escucha entiendo que. . .

—Lo tomaré en cuenta. — contestó Jungkook con frialdad.

Jimin lo notó mientras arrugaba levemente el ceño, si seguía hablándole podría empeorarlo. Así que decidió suspirar y mantenerse en silencio.

Las horas pasaron, Jungkook no le dirigió la palabra a Jimin. No es que estaba molesto con él por tener la razón, sino porque estaba desilusionado por haberse enamorado de alguien que jamás tendrá interés en él.

— Debí suponerlo. — murmuró mientras se colocaba su camiseta.

— ¿Listo para la acción?. — sintió como la mano de Seokjin se posaba en su hombro. — Hasta aquí escucho los gritos. Debemos dar todo en la cancha.

— Confirmo. — dijo Yoongi con su banda sudadera cubriendo frente.

—¡Vamos!.

El partido comenzó con el primer silbato, los chicos comenzaron a seguir la jugada que el entrenador había preparado junto con Jungkook días antes del partido. Cada uno sabía su posición y estaba preparado para recibir el balón cuando llegara su turno, excepto una persona.

Jungkook.

Estaba perdido en sus pensamientos, cada vez que recibía el balón se lo entregaba a Seokjin, incluso a Yoongi, aunque ambos estuvieran en medio de varios oponentes y el balón les fuera arrebatado.

Su mente no respondía a los constantes gritos del entrenador diciéndole que despertara.

"Tengo ciertas reglas, Jeon Jungkook. Primera, solo actuaremos frente a tus amigos; segunda, nada de contacto físico y tercero, tienes estrictamente prohibido enamorarte de mí".

"Si tú eres feliz, yo también lo seré".

"Fingimos ser novios, es completamente diferente".

"Trataste de defenderme, fue raro pero. . . muy lindo".

"No somos nada, Jungkook".

Todos esos recuerdos abrumaban su cabeza, las lágrimas amenazaban con salir.

Los chicos de su equipo se acercaban cada vez más al territorio contrario, aún tenían una gota de esperanza en Jungkook, por estar cerca a la cesta del oponente lograra anotar un punto, ya que, al no tener al pelinegro alerta a los rápidos pases estaban perdiendo contra el equipo rival por cuatro puntos, y la mayoría de los espectadores habían perdido la fe en ellos.

— ¡Jungkook, juega de una maldita vez!. — exclamó Yoongi dándole una palmada en la nuca, tratando de regresarlo al mundo, mientras tanto el equipo contrario lograba anotar otro punto gracias a su distracción. — ¡Mierda!.

Sacudió su cabeza tratando de olvidarse de aquellos recuerdos dolorosos y comenzó a correr hacia uno de los oponentes para arrebatarle el balón ganando los gritos de ánimo por parte del público.

Dirigió su mirada rápidamente a las bancas donde estaban sentados los espectadores y lo vió, Jimin estaba al lado de Suho, conversando alegremente sin prestar atención al partido y mucho menos a él.

"Jimin, no sonrías para él, sonríe para mí".

— ¡Jungkook!. —cuando giró en dirección a su compañero, uno de los contrincantes se abalanzó sobre él y todo su peso cayó sobre su brazo derecho provocando un fuerte crujido en éste.

El pelinegro gritó de dolor mientras sus compañeros se acercaban para alejar al chico sobre él. Seokjin trató de levantarlo sosteniéndolo de su brazo sin darse cuenta que apretaba el que se encontraba lastimado y otro grito desgarrador se hizo presente por parte de Jungkook.

Ese idiota le había fracturado el brazo.

Una lágrima recorrió su mejilla al ver como el entrenador llamaba a los paramédicos pidiendo ayuda inmediata, a su padre bajando de las gradas para entrar en la cancha y como Yoongi y Seokjin trataban de calmarlo a pesar de estar más asustados que él por presenciar tal espantosa escena.

* * *

Hoseok estaba caminando tranquilamente por los pasillos acompañado de Yugyeom, quien no paraba de contarle chistes malos para hacerlo reír y vaya que funcionaba por poco escupía un pulmón.

— Ah es verdad, ¿quieres ir al partido?. — sacó su celular del bolsillo de su pantalón, lo prendió y terminó por guardarlo nuevamente. — Aún estamos a tiempo, si nos apresuramos llegaremos para el segundo tiempo.

— Mhm no lo sé, no me gusta estar alrededor de personas que solo miran a unos idiotas peleando por un balón. — admitió provocando que Yugyeom riera por lo bajo.

—Tienes razón, es algo tonto. —le siguió el juego, porque hace unos años formaba parte del equipo y le seguía gustando aquel deporte. — Bueno, entonces... ¿Qué te gustaría hacer?.

—Si vamos, ¿por unos helados?. — preguntó. Yugyeom sonrió y asintió.

—Me parece una excelente idea, Hoseok. — Hace varios días que Yugyeom no lo llamaba "rata de alcantarilla" y eso le gustaba. Se escuchaba mucho mejor cuando su nombre salía de sus labios.

— No hay tiempo que perder, vamos. —el pelirrojo agarró la mano de Yugyeom para guiarlo a la salida.

No era tan molesto pasar tiempo con él después de todo, hasta llegaba a gustarle más de lo normal. 

Trato Hecho | kookminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora