¡ 15 !

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Una tenue luz iluminaba la pequeña sala. Ji sub mantenía sus dedos entrelazados mientras observaba a un hombre que colocaba algunas fotografías sobre la mesa en medio de ambos.

— Solo conseguí algunas fotos, señor. — Jisub las miró, su hijo Jungkook cargando a un castaño, apenas lograba ver su rostro y otras mientras ingresaban al hogar de éste. — Sé que la calidad no es la mejor, estamos trabajando en eso.

— Más te vale.

El hombre asintió antes de agarrar su cámara a un lado, proceder a levantarse y hacer una reverencia para retirarse de la habitación. Jisub observó las fotografías una vez más antes de tomar su copa de vino y beber un largo sorbo.

— Primero tus "amigos"... ahora este niño. Por Dios Jungkook, ¿es que no te das cuenta?. — habló negando lentamente con la cabeza. — Las pruebas cada vez son más claras y eso... me preocupa. No quiero cometer una locura otra vez. — susurró lo último con un hilo de voz antes de agarrar las fotografías y arrugarlas a tal punto de hacerse pequeños cortes en las palmas de sus manos.

* * *

Ya era de mañana.

Jimin despertó con un terrible dolor de cabeza que no le permitía pensar ¿cómo había llegado a su casa?. Trató de levantarse, pero sintió la presencia de alguien más a su lado. Cuando giró su cabeza notó que Jungkook aún estaba durmiendo. Jimin no pudo evitar soltar una risilla al verlo dormir, realmente lucía como un príncipe.

Se removió un poco sin hacer mucho ruido para no despertar al pelinegro, pero no lo consiguió.

— Mochi, ¿dormiste bien?. —preguntó Jungkook tallando sus ojos con una de sus manos.

— Creo que la pregunta sería... ¿Qué pasó ayer?. — Jungkook estaba por responder cuando Jimin levantó una de sus manos. — Déjame adivinar, estaba completamente ebrio. En ese caso, me disculpo por cualquier problema que te causé.

No esperó una carcajada por parte del pelinegro mientras negaba con su cabeza.

— No me causaste ningún problema, al contrario, no me molestaría verte en ese estado nuevamente. — admitió antes de recibir una mirada horrorizada por parte del castaño.

— ¡Jungkook-oppa!. ¡Buenos días!. — saludó una alegre Tzuyu bajando las escaleras encontrando al par aún bajo las mantas. — ¿Dónde dejé mi cámara?. — susurró para sí misma mientras subía los escalones de vuelta a su habitación.

— Bueno, debo irme. —dijo sonriéndole al castaño, quien lo miraba ladeando su cabeza. — Mis padres deben estar preocupados por no haber llegado a casa anoche.

— Pero... no has desayunado. — le recordó levantándose del sofá. — No puedo dejarte ir sin desayunar.

— Jimin, sabes que no es necesar- — y sintió un flash en su rostro, cuando miró hacia las escaleras vio a la castañita con una cámara en sus manos acompañada de una gran sonrisa.

— ¡Lo tengo!. Próximamente en el álbum familiar. — le guiñó un ojo al pelinegro, quien miró con una sonrisa al castaño.

Jimin bufó y se dirigió a la cocina seguido por Jungkook y la cámara de Tzuyu.

Buscó los ingredientes para preparar un sandwich hasta que sintió una mirada fijamente en él.

Miró en dirección a la mesa, y efectivamente estaba Jungkook mordiéndose el labio inferior mientras lo miraba. Era incómodo para el castaño.

— ¿P-Podrías dejar de verme?. Es odios-so. — Estaba tartamudeando y se maldecía por ello, lo hacía verse débil y eso era lo que menos deseaba.

— Pero alguien tan lindo como tú, merece que todo el mundo te vea. — se sentó encima de la mesa ladeando su cabeza. — Incluyéndome.

Rodó sus ojos antes de seguir con lo suyo, hasta ahora Jungkook era él único que le causaba aquellas sensaciones desagradables a su parecer. No le gustaba el tener que soportar los veloces latidos de su corazón, ni su cuerpo tembloroso antes sus toques sutiles, pero no tenía otra opción... era su "novio" después de todo.

— Jimin. — lo llamó el pelinegro, cuando obtuvo su atención esbozó una sonrisa lo suficientemente linda para sonrojar al castaño. Y lo consiguió. — ¿Me amas mucho, mucho, mucho?. — preguntó con un tono irritante para los oídos de Jimin. Quién de inmediato negó con la cabeza devolviendo su mirada a los ingredientes sobre la mesa.

— No sé de donde sacaste esas ideas estúpidas, pero yo no tengo ningún interés e- — sintió la presencia de Jungkook a su lado, pero cuando giró su cabeza la distancia que había entre ambos era mínima. Solo bastaba que se acercaran un milímetro y estarían probando los labios del otro.

Jimin tragó grueso cerrando sus ojos al sentir la tibia mano del pelinegro sobre su mejilla.

—No te creo nada, Jimin. —dijo y Jimin sintió la respiración del más alto sobre su rostro.

Se estaban besando.

Pero esta vez, Jimin no hizo el mínimo esfuerzo en alejarlo, al contrario, rodeó el cuello de Jungkook con sus brazos. Sus labios se movían al mismo ritmo mientras el pelinegro se acercaba más al castaño para profundizar el beso, ambas lenguas se encontraron provocando que Jimin soltara un pequeño gemido que Jungkook disfrutó por completo.

De un momento a otro, ambos terminaron contra la pared. Jungkook no pudo evitar jugar con los labios del más alto, mordisqueándolos con suavidad para luego pasar la lengua por su labio inferior y seguir besándolo con efusividad.

El pelinegro se separó de Jimin, jalando el labio inferior del castaño que seguía apoyado contra la pared. Con sus mejillas completamente sonrojadas y respiración entrecortada acompañada de constantes jadeos. Se encontraba igual o peor que Jungkook.

—¿Sigues pensando que no tienes interés en mí, Jimin?. — por más que hablara entre jadeos, el castaño pudo jurar que era la voz más sexy que había escuchado en su vida. — Si es así, me encargaré de hacerte cambiar de opinión.

Y un flash se hizo presente. Ambos miraron en dirección a la entrada de la cocina, Tzuyu se encontraba vagamente escondida tras la pared, traía nuevamente su cámara acompañada de un leve sonrojo en sus mejillas.

— ¡Rayos!. —exclamó— No sé como quitarle el flash. — en ese momento se dio cuenta que ambos la estaban mirando, rió falsamente mirando a los lados. —Ahora... ¡huyo!. — avisó y corrió lo más rápido posible hacia su habitación.

Jungkook rió por lo bajo, sin soltar el agarre en Jimin, quien evitaba a toda costa el contacto visual con él. Tal vez era porque parecía un tomate andante o por los latidos de su corazón que el pelinegro escuchaba a la perfección.

— Ya desayuné. — dijo con burla antes de separarse y salir de la cocina. — Nos vemos mañana, Mochi. — la puerta principal se cerró, y Jimin supo que Jungkook no se encontraba más en su casa. Por lo que se dejó caer contra la pared, pensando en aquel beso con el pelinegro mientras tocaba sus labios con sus largos dedos. 

Trato Hecho | kookminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora