XXXIII

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XXXIII. Que se joda

 Que se joda

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Niall

Siento que la cabeza me va a explotar en cualquier jodido momento. Estaciono el auto en la cochera de mi casa, recorro la acera y me encamino hacia la residencia de los Ballard. Pronto nos iremos, aunque eso es lo de menos contando todos los problemas que me han surgido a lo largo del día.

Un hijo de puta al que se le ocurrió robarme en grandes cantidades, al descarado empleado al que le tenía toda mi confianza y manejaba mis cuentas bancarias. El maldito zángano estuvo robándome durante meses.
Y no sólo a mi, a la empresa también.
No pagó los cheques correspondientes ni los pedidos de las entregas de San Francisco. En pocas palabras, me está dejando como un imbecil irresponsable que no paga las cuentas teniendo los bolsillos a reventar de billetes.

Afortunadamente Miriam se encarga ahora, hice un centenar de llamadas teniendo que dar la puta cara en nombre de aquel bastardo. Se perdieron ingresos y clientes importantes y lo único que deseo es un maldito trago y dormir.

Atravieso el umbral, no hay nadie en la planta baja y dudo que en realidad sigan despiertos. Son pasadas las doce de la noche. Subo las escaleras y camino hasta la habitación, abro la puerta y lo primero que hago es dejar el maletín a un lado. Me aflojó la corbata y suspiro yendo hacia mi estancia favorita.

El mini bar.

Tomo una botella de Jack Daniels y vierto un poco en uno de aquellos vasos especiales con hielos. Lo bebo todo de un solo trago sintiendo el licor quemarme la garganta.

Me deshago del saco y la corbata desabotonandome la camisa.

Escucho ruidos en el baño, le resto importancia pues seguramente es Nancy.

Sirvo otro trago y después otro hasta que llegó al número cinco. La puerta se abre dejándome ver el cuerpo de mi esposa en una bata y camisón de dormir con el cabello húmedo y los ojos rojos e hinchados.

—¿Estás bien? —pregunto con cierta preocupación y más que nada, confusión.

No me responde. —Nancy... —insisto.

—¿Te gustó? —se le corta la voz a media oración. Frunzo el ceño—. ¡¿TE GUSTÓ SI O NO?! —alza la voz.

—¿De que hablas?

—Ahora me vas a salir con eso, ¿No?
El desentendido... ¡¿Me crees tan estúpida, Niall?! —suelta una gran tanda de lágrimas que corren sin previo aviso sobre sus mejillas— ¡DÍMELO, CARAJO!

—¡No sé de qué mierda estás hablando!  —suelto cabreado.

Ella me lanza algo al pecho lo cual logró sostener y siento el aire me abandona los pulmones comprimiendose en la boca de mi estómago.

𝐃𝐀𝐃𝐃𝐘 #𝟏 |njh| © Donde viven las historias. Descúbrelo ahora