XLIV

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XLIV. Discoteca

 Discoteca

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Grace

Recuerdo perfectamente la frase más icónica que he escuchado en la vida.
Proveniente de la misma boca de Elijah Ballard, su lema siempre fué: "Recuerda siempre tomarte como el asesino y no el asesinado..."

Aquella vez, cuando esos agentes del FBI se lo llevaron esposado igual que un animal fuera de la mansión en Skagen, apenas cumplí trece años.
Una preadolescente rota y desecha que acababa de perder a sus únicos confidentes.

Mi Shane... y mi héroe.

"—Yo sé que no fuiste tú, yo te creo... —grito entre lágrimas atrapada entre los brazos de mi abuelo Efraín—, por favor... llévame contigo..."

Con lágrimas en los ojos, el tío Elijah me lanzó un último beso al aire que siempre atesoraré. Me sonrío y de sus labios pude leer un "Te amo muñequita" antes de ser sometido a la fuerza por los agentes policiales y meterlo sin cuidado dentro de un furgón polarizado seguido por varias patrullas por delante y por detrás.

Asesino.

Realmente no estaba segura si en realidad sus manos estaban verdaderamente manchadas con la sangre de mi mellizo. No lo sabía pero mi corazón me exigía creerle... cuando todos le dieron la espalda.

Mi padre lo detesta hasta el sol de hoy, mi madre no habla de él, mi abuelo ha fallecido, tenemos familia lejana en Alaska, sin embargo, solo asistieron al funeral del abuelo Efraín. La familia se quebró después del arresto de mi tío y el fallecimiento de mi hermano y abuelo. Un mes después del luto en Dinamarca, mis padres y yo regresamos a Irlanda y comenzamos una vida nueva.

Me sentía tan sola.

Shane era mi compañero, mi confidente desde mucho antes de nacer. Compartimos el reducido espacio en el útero de mamá, compartimos juguetes al crecer, travesuras y las noches lluviosas donde la tormenta me aterrorizaba tanto que él ya sabía cuando y como tranquilizarme. Trasladándose de su habitación a la mía, me fundía en los infantiles brazos de mi hermano y aunque ambos tuviéramos la misma edad, él ya actuaba como un niño mayor a lo que realmente aparentaba. Shane era mi refugio, mi mejor amigo... y es algo que nunca voy a perdonarle a la vida por haberme arrebatado lo único bueno que me quedaba.

Nunca se comprobaron las pruebas en contra de mi tío, solo la teoría. Hasta que hallaron el arma homicida.

Shane falleció de diecisiete apuñaladas en el tórax. Con el rostro desfigurado e irreconocible. El día del funeral, preferimos no abrir el féretro. Mi hermano no lo hubiera querido así.

Se localizó una sola huella dactilar en el mango del cuchillo, pertenecía al pulgar de la mano izquierda de mi tío.
Solo eso bastó para que lo condenaran a 23 años de prisión sin posibilidad a fianza.

𝐃𝐀𝐃𝐃𝐘 #𝟏 |njh| © Donde viven las historias. Descúbrelo ahora