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Grace
Hago la primera revisión de que no haya nadie en casa o tal vez nadie al acecho que haya podido ver como mi profesor y yo nos besuqueabamos en forma de despedida hace un momento.
El salón está libre.
Aunque veo maletas en el salón, maletas que están siendo tomadas por el personal de servicio.
—¿De quien es ese equipaje? —le cuestiono al mayordomo que nunca habla.
—Los amigos de su padre, señorita. Llegaron de imprevisto y el señor Maxim les ha permitido quedarse un par de días para evitar que vayan a un hotel.
¿Amigos?
¿Qué amigos? —Están en la sala de entretenimiento.
—Gracias.
Subo de lleno las escaleras y dejo el bolso sobre la cama impartiendo mi rumbo de regreso hacia el lugar que el mayordomo ha mencionado. Hay risas, voces desconocidas... hay...
No puede ser...
—¡Cariño! —la animada voz de mi padre me hace reaccionar. Se levanta de su puesto y llega hacia mi... pero yo no puedo reaccionar.
La respiración se me atasca y se comprime en mi pecho...
Daniela y Dalila Ranieri...
Eso solo quiere decir que...
No...
Me niego...
No...
—Daniela y Dalila llegaron antes, ¿Puedes creerlo? —asiento bajo la mirada acribillante de esa perra malnacida—, Luciano vendrá después. Es genial.
No, no lo es.
Ese apellido solo ha traído desgracias a mi vida y ahora tengo que soportarlos sabrá dios por cuanto tiempo. Los odio con el alma, los detesto...
Niall está aquí, mi madre, Nancy y esas hijas de puta.
—Tanto tiempo sin verte, nena... —Daniela es la primera en abrazarme—, cuanto has crecido. Que alegría... —nisiquiera le correspondo correctamente.
—Igualmente. —mi padre frunce el ceño ante la sequedad de mi respuesta.
Está a punto de pedirme que salude a Dalila pero gracias a todos los angeles, mi nana me llama al otro lado de la puerta. Saludo a mi madre y al matrimonio Horan que yacen sentados juntos en un sofá doble. Niall... bueno, esta ignorandome.
No sé me van a caer las tetas por eso, que haga lo que quiera.
—Papá, ¿Te puedo hablar un segundo? —lo miro y todos escuchan atentos—, en privado.
