LIII

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LIII. Verdades que hieren

PARTE I

PARTE I

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Grace

Las caricias en mi cintura por debajo de la camiseta me hacen despertar. Con el corazón desbocado, diviso los anillos que adornan los dedos del irlandés mientras traza círculos imaginarios sobre mi piel.

Siento su respiración acompasada sobre mi cuello mientras acaricia el mismo con la punta de su nariz.

Es malditamente relajante estar así, pero debo preguntar donde rayos se había metido mientras dormía.

—Hey —susurro y él sonríe.

—Hey. —dice de igual forma.

Giro mi cuerpo de modo que quedó frente a frente con él. Mi mano acaricia su mejilla, su barba hace cosquillas en mi palma mientras refuerza su agarre en mi cadera y me pega más a él.

—¿Donde estabas? —mi pregunta brota al momento de llevar la mirada hacia aquellos apetitosos labios.

—Tuve dos reuniones imprevistas... y un par de diligencias. —asiento—. ¿Porqué? —me mira coqueto—, ¿Me extrañaste?

Sonrío cuando sus brazos me rodean y me dejo embriagar por el delicioso aroma de su perfume. Un asentimiento involuntario es lo que obtiene y no me atrevo a abrir los ojos.

Levanta mi pierna y la sube sobre su abdomen acariciando la parte alta de mi pierna y mi muslo. Hay algo en el ambiente que complica las cosas para mi, hace casi diez días que no tengo ninguna especie de contacto físico con nadie... después de lo que Luciano me hizo, me había encontrado indispuesta. Pero la lesión ya no está y los días de abstinencia causan estragos en mi sistema.

El que comience a acariciarme por donde inicia mi trasero... no es del todo buena idea. No cuando el roce de mi pierna puede palpar la dureza que comienza a formarse dentro de su pantalón. El cosquilleo en mis pezones se hace presente y consigo, vienen los besos húmedos en el cuello, el palpitar de mi entrepierna, el calor de nuestros cuerpos.

No es necesario que ni uno diga nada, ambos sabemos lo que queremos, sabe lo que quiero y no duda en dsrmelo.

Rotamos de nuevo sobre la cama, ahora con su cuerpo sobre el mío, me comienza a desvestir y yo a él sin la urgencia de tener que ser rápidos o silenciosos. Es cuestión de minutos para que todas nuestras prendas desaparezcan y solo me deje en bragas y él en boxers. Se incorpora después de dejar eroticos besos ardientes sobre mis labios, me extiende la mano y no dudo en tomarla reparando en su mirada puesta sobre mis pechos expuestos.

Sé cuanto le gusta prenderse de ellos.

Me lleva de la mano, sin importarle la ausencia de la ropa, atravesando los pasillos hasta el final del segundo corredor. Abre la última puerta dejandome en la penumbra de la habitación. Toca un interruptor y automáticamente, las luces rojas y anaranjadas se activan con la iluminación.

𝐃𝐀𝐃𝐃𝐘 #𝟏 |njh| © Donde viven las historias. Descúbrelo ahora