☾ CAPÍTULO 4 ☾

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- Hay que irse de aquí.

Una sencilla frase que hizo que se me pusieran los pelos de punta. Cael se aproximó a mí, agarrando mi muñeca con fuerza, y empezando a tirar de mí hacia la puerta.

- ¿Qué? ¿Por qué?- le pregunté asustada. Su rostro estaba serio y tenso cuando se giró para responder a mi pregunta.

- Tú solo sígueme - Dijo preocupado. No tenía ni idea de que estaba ocurriendo, pero debía de ser muy grave. Bajamos rápidamente los escalones de la torre, acercándonos a la entrada. Me detuve en seco, sin entender lo que ocurría. Cael, consecuentemente, también se tuvo que detener. Antes de que pudiera replicar, hablé.

- Escucha Cael, no sé en qué mierdas estás metido, pero yo no voy a seguirte a no sé donde, así que déjame donde quieras y ve a arreglar tus asuntos, que te vaya bien- le dije para luego tirar de la mano que me sostenía con la intención de soltarme.

-No lo entiendes, no puedes irte. Ahora mismo no tengo tiempo para explicarte, pero necesito que vengas conmigo, no estás segura en ningún lugar ahora mismo, aún menos en tu casa ¿entiendes? Esto no es sobre mí, es sobre ti. Necesito que confíes en mí- dijo rápidamente, mientras se acercaba a mí. No entendía nada de lo que ocurría.

- No te creo, que he hecho yo para que me busquen?- le dije, seria. No tenía ningún sentido.

- Te llamas Calíope Barone Abad, vives en España, no te gusta el pescado, tu color favorito es el verde, odias las serpientes, tienes una cicatriz en el muslo derecho por qué te caíste de un columpio con tres años, y aunque nadie lo sepa, tu mayor deseo seria dejarlo todo y huir muy lejos. ¿Sabes como sé todo eso? Porque te he investigado. Llevo años haciéndolo, sé todo de ti, incluso mi actitud está creada con tal de atraerte hacia mí. Mi misión es protegerte y acompañarte durante tu vida, y es lo que estoy haciendo ahora mismo- Dijo rápidamente. ¿Qué? ¿Cómo sabía todo eso? Era imposible. ¿Qué estaba ocurriendo? Todo lo que había dicho era correcto. Empezaba a faltarme el aire.

- Yo... no entiendo... no puedo...- dije, mi respiración aumentaba. ¿Por qué estaba en peligro? ¿Y el quien era? Necesitaba aire. Solté mi mano, para luego ponerla contra mi pecho. Me estaba ahogando.

- Respira, Calíope, necesito que respires- dijo, agarrando mi rostro con sus dos manos- Mírame a mí Calíope, mírame, todo va bien, respira, despacio- dijo suavemente. Mis ojos se encontraron con los suyos, y agarré sus antebrazos, intentando respirar lentamente.

- Eso es, despacio- dijo sosteniéndome todavía. Mi respiración poco a poco se calmó.

- Está bien, escúchame Calíope, necesito que confíes en mí, puedes?- dijo. Asentí rápidamente, todavía sin entender nada- Bien, mis amigos están esperando afuera, en un coche. Van a llevarnos a un lugar más seguro, un refugio. Sé que no entiendes nada, pero allí te explicaremos todo, está bien?- dijo suavemente.

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