Capítulo 4 - Dylan.

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Aquella mañana era indiferente para mi, era viernes feriado y usaría ese tiempo para hacer algo para mi y solo para mi. 

- ¿Irás a la fiesta de Amanda? - pero algo me decía que mi madre tenía planes diferentes para mi. 

- No - había decidido firmemente - ¿cómo sabes lo de Amanda? - le questione arqueando las cejas.

- Jason me lo dijo ayer - rodé los ojos - vino cuando tu no estabas. Está muy apenado - 

- Pues lo hubiera pensado dos veces antes de tratarme así - me senté en el sofá de la sala y acomode mi trasero en el almohadón. 

- Tu tratas así a todo el mundo - volví a rodar los ojos aunque sabía que mi madre tenía razón - ¿No crees que deberías perdonarlo? - mamá se acercó con una bandeja plateada sosteniendo tres tazas, dos de café y otra de té para mi hermana. 

- Lo perdonaré cuando se me dé la gana - tomé la taza en mis manos y replique - no soy de esos que perdonan fácil mamá, y lo sabes - 

Mi madre no podía hacer nada para convencerme y dejó de intentarlo hace mucho tiempo. Convencido de que el tema había concluido, apoye mi espalda contra el sofá dispuesto a desayunar sin interrupciones. 

- Buenos días - mi hermana hizo su entrada en la sala y se sentó junto a mi sin antes tomar su taza correspondiente. 

- Buenos días - saludó mi madre también tomando su taza. 

Luego del desayuno me dirigí a mi habitacion para cambiarme de ropa. Elegí un conjunto de Jean, cuero, una simple blusa y zapatillas. Tome mis audífonos y me los coloque con cuidado. Puse mi canción favorita y salí de mi residencia despidiendome de mi madre y hermana que aún estaban desayunando. 

Camine unas cuadras hasta la biblioteca y.... "Cerrado por mantenimiento". Mierda, ¿ahora donde se suponia que debia ir? No quería ir al bosque ese día; luego recordé que cerca de aquí había una pequeña cafetería. Ya había tomado mi café, pero no me haria mal tomar un segundo. Me atendió una joven de unos ¿24? por lo que había visto en su etiqueta se llamaba Ruby, tenía el cabello negro y ojos verdes, un labial rojo muy fuerte y llevaba ropa ajustada.

- ¿Que vas a pedir niño? - me pregunto una vez sentado frente a ella.

- El niño quiere café, negro - dije burlón. Niño, si claro. 

- ¿Azúcar? - preguntó mientras preparaba mi café. 

- No, gracias - puso la bebida frente a mí y antes de siquiera acercarse la taza a los labios sentí un par de ojos sobre mi. Mire a mi izquierda y vi a un chico de cabellera marrón, ojos verdes y una sonrisa, tenía puesto una camisa a cuadros, un pantalón gris y zapatos negros. Vi que junto a él había un gran libro dorado y marrón. 

- Soy Henry - se presentó con una voz amable y una taza de chocolate caliente y canela en las manos. Me quité los auriculares y los apoyé alrededor de mi cuello.

- Ashton - mientras que yo con mi café. Parecía de mi edad y como no me atreví a preguntarle me quede con ese pensamiento. 

- No te había visto antes por aquí - siguió hablando y evaluándome con la mirada.

- Me mude hace poco - respondí con la taza entre mis labios. 

- Es genial. Este pueblo es increíble, tiene cosas maravillosas - su voz sonaba ahora más emocionado y pregunte. 

- ¿Llevas aquí mucho tiempo? -

- Mi madre es la alcaldesa - lo mire como si estuviera mintiendo - es verdad - dirigió su mirada a Ruby - ¿no es así Ruby? - la mujer asintió diciendo: "es cierto. Su madre ha sido la alcaldesa por mucho tiempo". 

No sabía si creerle o si me estaban jugando una broma, solo reí con sarcasmo y me termine mi taza. 

- Claro niño - dije sarcásticamente poniéndome de pie y asentando 20 dólares sobre la mesa - nos vemos luego Henry - salí de la estancia y el chico no se molestó en frenarme o seguirme. 

Después de ese suceso no sabía a dónde más ir, aún no quería ir a mi casa así que simplemente camine por el pueblo sin rumbo alguno: mirando vidrieras, escuchando música e intentando perder el tiempo. No esperaba ni quería encontrarme con Jason, después de como me había tratado aún seguía resentido con él; pero mi madre tenia razon, yo tambien trataba así a las personas y no me quejaba por ello; tenía que aprender a no tomarme las cosas en serio o tratar mejor a las personas. Tal vez debería dejar de lado mi dignidad y pedirle disculpas; pero no tenía su número ni sabía donde vivía... oh no, eso significaba que... si, debía ir a esa fiesta. No quedaba de otra. 

Regrese a mi casa y un hombre me recibió, traía un atuendo celeste de hospital y zapatillas blancas. Lo mire extrañado y por un momento creí que me había confundido de casa.

- Ashton pasa - mi madre salió de la cocina y me invitó a pasar - él es Dylan. Trabaja conmigo - el hombre me saludó con un apretón de manos. 

- Me da gusto conocerte Ashton - no entendía muy bien lo que pasaba y confundido dije. 

- Si. Lo mismo digo - mi madre sonrio y volvio a la cocina, seguida por Dylan y por mi. Mi hermana estaba sentada en la mesa escuchando música y no se percató de mi, ni me moleste en saludarla. 

- ¿Quieres pastel cariño? - giró su cabeza hacia mí con una espátula en su mano. 

- ¿Estamos celebrando algo? - pregunte sabiendo que mi madre jamás cocinaba ese tipo de cosas fuera de cumpleaños o reuniones importantes.

- Hoy Dylan y yo ayudamos a una mujer a dar a luz. La mujer estaba mal de salud y logramos salvarlos a ambos - ella cortó un pedazo y me lo entregó sobre una servilleta. 

- Genial - tome el pedazo - me alegro por ustedes - 

- No te ves muy feliz - intervino el hombre dando una sonrisa sarcástica. 

- Él es así. Jamas sonrie - dijo mi madre con naturalidad. Para cuando Dylan volvió a mirarme yo ya me había ido a mi habitación. 

Cerré la puerta y le dí una mordida al pastel.

- Le falta azúcar - 

Ashton Muller - No soy un príncipe.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora