7. Guerreros, Sanadores y Profetas

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Alexander:

¡Aaahhhh! No, no, no... ¡Aaahhhh!

Me despierto sobresaltado, con la respiración acelerada y los latidos de mi corazón haciendo eco en mis oídos. Asustado, miro a mi alrededor… estoy en mi habitación. Estoy a salvo. 

No ha pasado nada… ha sido otra pesadilla.

Apoyo la cabeza en la almohada, mientras inspiro hondo para calmarme y el solo movimiento hace que vea la luna y las estrellas. Me han propinado un golpe en la sien que casi me deja sin conocimiento y además del dolor, aún estoy mareado.
Llevo tres noches igual, sintiendo los efectos secundarios de los sueños más intensos que he experimentado.

La primera vez que soñé con Lirba Asim me asusté pensado que había viajado en el tiempo, poco después me di cuenta de que había sido solo una pesadilla o al menos eso dice Sharon, pero sé que no es tan sencillo. Un simple sueño no te deja jadeando de dolor y sin poder mover un brazo durante horas. No, hay algo más, aunque aún no sé qué es.

Siendo un guerrero he participado en muchas batallas, pero como las tres que he presenciado en mis sueños, ninguna. Tal vez es por la impotencia de estar en un cuerpo que no obedece las órdenes de mi cerebro y que actúa por sí solo, tal vez porque no conozco sus técnicas de lucha y mi vida depende de qué tan bueno sea, pero nunca antes había sentido tanto miedo. 

Hoy el sueño ha comenzado con Jazlyn, o Maira que es como se llama en esa realidad. Estábamos en un jardín, leyendo un poco y conversando; conociéndonos. Íbamos cogidos de la mano y mi camarada Lirba Asim estaba contentísimo, pero lo sorprendente es que yo también. 

De repente todo se torció, un soldado apareció con un comunicado; las tropas del ejército de Torton, el país que se encontraba en guerra con el actual New Mant, habían atacado a mi campamento. No me quedó de otra que dejar a Maira y entrar en otro más que desagradable combate. 

Mi hermana dice que los dolores son psicológicos, causados por la intensidad de los sueños y ya me ha dado todo tipo de medicinas para dormir bien, pero ha sido en vano. Yo estoy al volverme loco.

Miro el reloj…

Las nueve y media de la mañana, juro que de esta me matan. Salgo de la cama ignorando los latidos de dolor en mi cabeza y entro al baño como alma que lleva el diablo para asearme. 

Salgo corriendo de mi habitación. El ala este del castillo, o Casa Real como todos le suelen llamar, le pertenece, por supuesto, a la familia real por lo que al estar casi desierta a esta hora, me resulta bastante fácil cruzarla. La verdad es que no difiere mucho de una casa normal, o al menos eso creo: dormitorios, cocina, baños, salón, comedor, más dormitorios, jardín, piscina; eso sí, es enorme.

El ala oeste del castillo es completamente distinta. Aquí se encuentran los laboratorios de los Sanadores, las salas de los Profetas, incluida la Sala de los Elegidos. También están los espacios de entrenamiento para los Guerreros y un montón más de porquería que, desgraciadamente, forman parte de mi día a día. 

Sigo corriendo sin parar, abro la puerta que pone fin a la Casa Real y serpenteo entre todos los Legnas que intentan hacer su trabajo hasta llegar al Salón del Trono, donde de seguro, el viejo Lohan estará echando humo por las orejas. Es la segunda vez que llego tarde por quedarme dormido; como siga así, me pondrán una medida disciplinaria del demonio.

Respiro profundo y abro la puerta, Sharon ya está aquí. Como es de esperarse, mi abuelo me observa con desaprobación desde su trono.

Lohan O'Sullivan, el rey de los Legnas y una de las personas más temidas y respetadas de todo el submundo. A su lado, en las sillas menores, están mi madre y mi padre, Alysson y Edward y por sus caras, tampoco están muy contentos. 

Legnas: la profecía IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora