15. La historia de la Logia

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Adams:

¡Por todos los santos! 

Un segundo más y todos nuestros esfuerzos se van al infierno. Lo último que puede suceder es que la realeza se entere de lo que es Jazlyn; todo se iría al infierno, se repetiría lo que sucedió con sus padres y eso no lo puedo permitir.

Intentando ser lo más sutil posible para no llamar la atención de los presentes, apuro a Jazlyn fuera de la habitación y la dirijo a la Gran Biblioteca, el lugar más seguro de toda la Logia y el único que no permite que oídos sobrenaturales escuchen las conversaciones.

Se supone que Lucio es quien debería darle la charla, pero le pedí que me dejara hacerlo a mí con la excusa de que Jazlyn es joven y que dada su figura imponente, podría asustarla más aún; algo que no sucedería conmigo porque yo parezco de su edad. Él confía en mí, así que no lo dudó.

—Bienvenida a la Gran Biblioteca, aquí está registrada toda nuestra historia.

—No parece la gran cosa. —Sonrío. 

—Siéntate aquí —le pido señalando el sofá marrón en medio de tantos estantes de libros y ella obedece—, te voy a contar la historia de la Logia resumiendo todo lo que pueda.

Se levanta como un resorte al escuchar mis palabras y yo inclino la cabeza para mirarla.

—Adams, no me interesa la historia de la Logia, no me metí en este mundo de locos para entenderlos. Lo único que me importa son mis padres —dice agitada.

—Lo sé, Jaz, pero debo comenzar desde el inicio para que puedas entenderme; tus padres pertenecían a la Logia y a algo aún mayor. Lo cual me recuerda, ¿qué parte de: no llames la atención no entendiste?

—¿Qué quieres decir? —Vuelve a sentarse.

—Hace unos minutos con el príncipe, metiste la pata bien hondo, como diría tu hermana. Alexander no es de los que se quedan así sin más; cuando algo le interesa lo persigue hasta el final y a ti te tiene entre ceja y ceja. No sé cómo le vamos a hacer ahora para justificar el hecho de que tú tengas una bash.

—¿Una bash? —pregunta confundida, no me entiende, ¿pero cómo lo va a hacer si no le he explicado nada?

—La bolsa roja que te encontraste en el sótano. Así se llama y es la protectora de las piedras rúnicas, o sea, lo que había dentro. —Sus ojos se abren desorbitados y yo sonrío para tranquilizarla—. ¿De qué conoces a los príncipes?

—¿Te refieres a Alexander y su hermana?—. Asiento con la cabeza—. Nos conocimos el primero de mayo en el Dream Park, pero, ¿príncipes de dónde? He escuchado en varias ocasiones que les llaman así, pero no tengo idea de nada.

—No te preocupes, yo te lo explicaré todo; pero tienes que tener cuidado con esos dos, no son malos, pero si se enteran de quién eres, podrías estar en peligro.

Cada segundo que pasa la siento más perdida, puedo oler su confusión, su miedo. Tengo que buscar una manera de que esto no sea demasiado para ella.

—Ok, Jazlyn, comencemos desde el principio y ya veremos qué hacemos, ¿de acuerdo?

Asiente, respira profundo y me mira. Sé que está lista para escuchar.

—¿Te queda alguna duda de que los vampiros existen?

—No —dice rotundamente. Bien—. Es una locura, pero después de esta mañana, no tengo dudas. —No sé a qué se refiere con esta mañana, pero decido ignorarlo por el momento.

—Y si te digo que los hombres lobos, los brujos, demonios, duendes y cada criatura mágica que conoces y que no conoces, existen, ¿me creerías?

Legnas: la profecía IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora