32. Lectura de las Siete Runas

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Alexander:

Son las ocho con cuarenta minutos de la mañana.

Después de que Sharon se marchó a ver al lobo, me fui a entrenar y no me detuve hasta hace apenas media hora que decidí darme una ducha para ver a Isabel. Rezando para que me ayude a resolver este sinsentido, estoy sentado en un esponjoso sofá rojo en el despacho de su casa en lo que espero a que termine de hablar por teléfono.

Mientras la impaciencia recorre mis venas, Isabel conversa por su celular y a pesar de que luce concentrada, no deja de lanzarme miraditas preocupadas. Esta mujer es increíble, solo le bastó con mirarme a los ojos para saber que algo iba mal, bueno, eso y que dejé de venir a su casa sin antes avisar cuando tenía doce años.

Saco la GESH de mi bolsillo para darle vuelta entre mis dedos pues es algo que me relaja y sus ojos se abren desorbitados al percatarse de ese detalle. Supongo que esa es la gota que colma el vaso, porque inmediatamente cuelga el teléfono.

Con una sonrisa tensa, se pone de pie, se alisa la falda blanca y toma asiento frente a mí.

—Debo admitir que es toda una sorpresa tenerte en casa, Alex. Hace muchos años que no venías a visitar a esta abuela.

—Sabes que estoy ocupado. Además, nos vemos todos los días, Isa. —Isa, Bel o nana, son los apelativos cariñosos que mi hermana y yo utilizamos para referirnos a esta mujer, que a pesar de no ser familia, siempre se ha ocupado de nosotros.

—Lo sé, aun así extraño que se den una vuelta por acá.

—Bueno, no me había dado cuenta, pero ahora que estoy aquí, extraño un poco aquellos días. —Sonrío melancólico. Todo era mucho más sencillo y menos peligroso.

—¿Me contarás qué te sucede, cielo? Porque estoy muy preocupada.

—No es nada del otro mundo. Solo estoy preocupado, las cosas se están volviendo un poco locas últimamente. —La miro a los ojos y fuerzo una sonrisa. Sus ojos escudriñan mi rostro detenidamente y estoy convencido de que no me cree, aun así, no dice nada. Sabe que si no quiero hablar, no lo haré—. En realidad vine porque tengo una pregunta que hacerte… pura curiosidad.

—Pues aquí me tienes. ¿Qué quieres saber?— Respiro profundo. Aquí vamos.

—¿Conoces algún caso en el que en una lectura de runas hayan salido las Siete Principales?

Entrecierra los ojos analizándome y yo resisto la tentación de rehuir de su mirada. Ladea la cabeza y comienza a reír.

—¿Las Siete Runas Principales? ¿Estás loco, Alex? Ya es bastante difícil que salga una, así que imagínate las siete. Eso es imposible, cariño.

Si, bueno, ya no es tan imposible, pero eso no se lo puedo decir porque no sé qué consecuencias podría traer.

—Sí, nana, eso lo sé, es imposible; pero si sucediera, ¿qué podría significar?

—Si te refieres a que qué podría significar que salgan las Siete Runas, definitivamente nada bueno; pero si lo que quieres saber es el significado de su contenido, habría que saber el orden de revelación.

—Ok, digamos que el orden sería Historia por Terminar, Doble Vida, Alma, Bucle, Muerte, Vida y Destino.

—Dios, Alex, interpretar esa lectura es imposible, no hay forma de que eso pase. ¿Qué sucede, cariño? ¿Por qué no le cuentas a la abuela?

Esto es imposible. Necesito una interpretación de esa lectura, o al menos una idea de lo que eso pueda significar.

—Isa, esto es importante para mí. —Tomo su mano y la aprieto con cariño—. No puedo contarte ahora, pero de verdad, necesito saber qué podría significar y eres la única profeta a la que puedo confiar esto. Por favor, haz un esfuerzo.

Legnas: la profecía IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora