38. Secuestro

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Jazlyn:

Saber que los tres, bueno, cuatro, porque Sharon hace lo que su hermano hace, han decidido trabajar juntos para protegerme, es un gran alivio. Por lo menos ahora no tengo que estar pendiente de si se quieren matar el uno al otro y podré preocuparme por lo que la maldita serta ha hecho conmigo. 

¡Casi mato a Sam!

Puede que yo lo quiera vivo, pero en ese momento solo tenía una cosa clara, Sam Hostring debía morir y estaba dispuesta a hacer lo que fuera necesario para conseguir mi objetivo. Estaba fuera de mí, la rabia bullía en mis venas; sentía la sangre literalmente recorrer todo mi cuerpo y cómo, con cada gota que salía de mí, me sentía más fuerte… menos yo. Y eso me asusta como el demonio, dudo mucho que vuelva a ser capaz de usar esa cosa de nuevo.

Lo único que no me agrada de esta alianza es ver cómo ninguno de los tres me quiere dejar sola. Deberían ver la cara de estupefacción de Sacarías cuando nos ve llegar a los cinco. Incluso Sam, que se supone que no se debe acercar a nadie de la Logia porque lo quieren muerto, se niega a marcharse y eso que le insisto bastante. Pero bueno, parece que en cuanto a mi seguridad se refiere, no tengo voz ni voto; eso sí, decido no acercarme a ninguno y en su lugar me pego a Sharon como si fuera mi amiga de toda la vida.

Tienen que entenderme, si me acerco a Adams, capaz que Sam se vuelva loco; si me acerco al rubio, bueno, ni Alexander ni mi amigo confían en él, así que lo más probable es que se repita el desmadre y estar cerca de Alex… no lo sé, no quiero responder ni una pregunta más, así que decido mantener distancia. 

En un momento pienso que Sacarías hará sonar todas las alarmas sobrenaturales para que vengan a arrestar a Sam, pero cuando Adams le dice que es una larga historia, se calma un poco, eso sí, las miradas de desconfianza al vampiro, no cesan.

Alexander y su hermana se han mantenido en silencio, ni una sola pregunta a pesar de que Sacarías fortalece el hechizo de ocultamiento que desgraciadamente no servirá de mucho. Al parecer en este punto, es imposible ocultar mi poder.

—Tienen que sacarla del país, llevársela hacia el fin del mundo si es necesario —ordena Sacarías—. Jazlyn está en peligro y con ella el resto del mundo. Si su poder cae en las manos equivocadas, estaremos bien jodidos.

¿Irme del país? Están locos si piensan que lo haré; sin embargo, no me da tiempo a negarme porque Sam interviene.

—De acuerdo, yo me la llevaré de aquí y…

—Estás loco si piensas que dejaré que te la lleves a cualquier lugar —le interrumpe Alexander poniéndose de pie. Ay, madre.

—¿Y te la vas a llevar tú? No me hagas reír, Alexander —comenta burlón—. Eres el principito de tu raza, no los puedes abandonar. No, es más… no los puedes traicionar huyendo al fin del mundo con la criatura más buscada por querer protegerla. ¿O me equivoco?

Ver cómo Alexander aprieta los labios y no niega las palabras del vampiro, duele… duele mucho porque sí, no lo voy a negar, siento algo por él y hasta ahora es el único que no parece completamente a bordo. Y a pesar de todo, lo entiendo; tiene responsabilidades, obligaciones que no puede ignorar.

—Yo no podré, pero antes de permitir que se vaya contigo, lo hará con Adams.

Los ojos repentinamente rojos del vampiro hacen que me ponga de pie y me pegue a su brazo. No se me escapa la mirada de desaprobación de Alexander, pero por lo que veo, soy la única aquí capaz de anclar la humanidad de Sam en su cuerpo, así que se joda si no le gusta.

—Él tampoco puede. Está ligado a un Juramento de Sangre y desde que se enteren de que ha huido, al de los pelos locos le ordenarán encontrarlo y le será absurdamente rápido hacerlo.

Legnas: la profecía IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora