42. Rescate

172 27 42
                                    

Alexander:

Aliz nos permite el paso.

Los dos primeros grupos aparecerán a poco menos de un kilómetro de las murallas que protegen el palacio y el resto del recorrido deberán hacerlo a pie por dentro de los bosques pues al ser tantos, podrían llamar la atención de alguien en el castillo por el tiempo que el portal tendría que mantenerse abierto. Nosotros tres cruzaremos a través del portal más cercano a mi hogar, lejos de los bosques y, por tanto, a la vista de todo el que ande en las calles.

Tal y como mencionó Aliz, no hay ni una criatura por todos los alrededores, ni siquiera los Legnas cuyo trabajo es patrullar cada centímetro del reino en las noches para asegurarse de que no haya inconvenientes.

El castillo está cercado por extensos bosques, salvo el frente que da a la calle principal del reino y todo el perímetro que linda con la espesa naturaleza está rodeado por una muralla inmensa. Ahí aguardará nuestro ejército por nuestra señal: un hechizo que creó sacarías contenido en un recipiente de cristal que al estallarse contra el suelo, elevará humo lila hacia el cielo. Solo si lo hacemos, nuestro ejército atacará; mientras tanto, estarán en las sombras pues nuestro interés es entrar, rescatar a Jazlyn y salir, si para eso podemos evitar una guerra, mejor. Las armas son nuestro plan B.

Con sigilo y en absoluto silencio nos movemos por detrás de las casas y establecimientos comerciales camuflándonos en la oscuridad, pero poco antes de nuestro destino, Sam nos detiene y nos obliga a retroceder.

—Escuchen —susurra.

Agudizo mis oídos para ver a qué se refiere, pero no escucho nada; sin embargo, el ceño fruncido de Adams, me dice que él sí. A los lobos y a los vampiros esto se les da mejor.

—Son latidos de corazón —dice Adams sacándome de mi confusión—. Cuento alrededor de veinte.

—Exacto y no están dormidos. Tu gente no ha hecho su trabajo. —Observo a Sam sin podérmelo creer.

—Imposible, Sharon me escribió diciendo que todo estaba listo.

Mientras las hadas de los bosques se ocupaban de los Legnas fuera de la muralla, las de adentro debían encargarse de los guerreros tras el perímetro del palacio.

—Pues no lo está; nos están esperando, Alexander. —Los dos hermanos me observan como si de la nada yo pudiera darle una respuesta a esta adversidad y una solución—. Creo que tu plan de no matar acaba de irse al infierno. —Continúa el vampiro y creo que esta situación le divierte.

—Nos han traicionado —murmura Adams.

—¿Pero quién?

—No creo que eso importe ahora, debemos atacar.

—Es un suicidio —interviene Adams—, son demasiados.

—Sharon… —murmuro asustado—. Si nos traicionaron, ella podría estar en peligro.

Con el corazón en la garganta y las manos temblorosas, saco mi celular y marco su número… Apagado. Vuelvo a intentarlo obteniendo el mismo resultado. ¡Maldita sea!

Mi abuelo no sería capaz de hacerle nada, ¿verdad?

Decido probar con Maximiliano, pero también da apagado.

Un nudo en mi estómago se forma amenazando con sacar todo lo que ingerí hace unas horas. Decido probar con Isabel pues es el único aliado en el que confío. Un timbre, dos timbres, tres, cuatro y justo cuando pienso que me va a enviar a la contestadora, responde:

—¿Alex?

—¿Has visto a Sharon? —El silencio en la línea se prolonga, siendo solamente interrumpido por el sonido de una puerta al cerrarse.

Legnas: la profecía IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora