"Querido Louis"

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-Cuando era un niño pequeño, a mi madre le gustaba disfrazarnos a Gemma y a mi. Gemma lo odiaba, pero a mi me encantaba. Sentía que esos disfraces me daban el poder de convertirme en el personaje que yo quisiera, y podía vivir miles de historias. Recuerdo un carnaval, en el que me disfracé de pirata y recorrí todo el jardín buscando un tesoro. O cuando en un Halloween iba de vampiro y le dije a mamá que ya no podía poner ajo a la comida, pensando que por fin me había librado del horrible olor. Me lo pasaba tan bien, que incluso había veces en que me ponía los disfraces sin que fuera una ocasión para ello. Simplemente por gusto. Me gustaba hacer combinaciones y sentir que podía seguir siendo yo, pero sin adaptarlo a un disfraz, simplemente llevándolo porque quería. Mamá y Gemma siempre reían cuando me veían. Mamá me decía: "Algún día crearás tendencias H."No sabia muy bien a que se refería, pero suponía que era algo bueno.

Hizo una pausa durante unos segundos, mientras yo seguía en silencio esperando a que continuara.

-Cuando Gemma tenía diez años, y yo siete, se apuntó a clases de ballet. Ya sabes, probar cosas nuevas a esa edad. De vez en cuando, íbamos a verla a los ensayos. Una semana antes de su primera actuación con el grupo, mientras íbamos de camino a un ensayo, le pregunté a mi madre "Mamá? Porque no hay ningún chico en el grupo de baile de Gemma? Es que los chicos no pueden bailar ballet? Porque a mi me gusta el ballet, y quiero bailarlo como Gemma-dije con un puchero triste al final.

Nunca olvidaré lo que mi madre me dijo aquel día "Harry, cariño, quiero que me escuches con atención ¿de acuerdo?"-asentí- "Si te gusta el ballet, puedes pedirle a Gemma que te enseñe y practicarlo juntos, si te sigue gustando, puedes apuntarte a las clases con ella, y sino, es una experiencia nueva que has descubierto. Pero no quiero que pienses que no puedes hacer algo que realmente te gusta. Estoy segura de que a muchos niños les gusta el ballet y en otras academias habrá. Porque las personas que podemos decidir lo que nos hace felices somos nosotros mismos, nadie debe decidir por nosotros. Lo único importante, es que a ti te haga feliz lo que estés haciendo mi amor."

En ese momento, el puchero abandonó mi rostro, y lo sustituyó por una enorme sonrisa.

"Entonces, puedo bailar yo también"?-pregunté

"Por supuesto que puedes mi vida"- dijo mamá, devolviéndome la sonrisa.

El resto del camino fui pegando saltos y tratando de imitar las piruetas que le había visto hacer a Gemma en las clases. No me percataba de las miradas de algunas personas a nuestro paso, demasiado emocionado pensando en lo que me dijo mamá.

El resto de la semana, iba por la casa con el tutu  rosa de Gemma, bailando y practicando los pasos que me enseñó. Cuando me descubrió, se enfadó por haberle "robado" el tutu sin permiso, ya que no quería que le pasara nada antes de la actuación. En ese momento me sentí mal, porque tenia razón, no le pedí permiso y era suyo. Pero realmente la emoción que tenía me hizo no pensar en ello.

-Lo siento Gemma.

Ella me miró unos segundos, pero enseguida sonrió y me dijo "no importa, vamos a enseñarle a mamá que sus hijos son unos maravillosos bailarines". Así que le hicimos toda la coreografía, mientras ella nos miraba sonriendo. Un par de años después, cuando Gemma comenzaba la etapa de la adolescencia, comenzó a usar, aunque de forma discreta, algo de maquillaje. Ya que mamá tampoco le dejaba excederse, decía que tenía mucho tiempo para ello más adelante. ¿Recuerdas lo que te dije sobre los disfraces? Pues de pequeño pensaba que el maquillaje solo se usaba para eso. Pero cuando vi a Gemma usándolo por primera vez, pensé que se veía mucho más guapa. Ahora entiendo la colleja que me dio cuando le dije eso. Pero era lo que pensaba en ese momento. Le pregunté a mamá si cuando fuera mayor también podía usarlo. Esta respuesta se la pensó mas, pero con el mismo resultado. Me dijo que, si cuando fuera un poco mas mayor lo probaba y me gustaba, por supuesto que podía llevarlo, si era lo que me hacia feliz. Y también me dijo que, aunque algunas personas quizá no entendían porque lo llevaba, o quizá se podían reír por ello, yo no les hiciera caso. En ese momento no lo entendí, pero ahora si.

-Ahora entiendo que lo único que ella quiere es que sea feliz siendo como soy, y con las cosas que me hacen feliz, aunque mucha gente piense que no es lo "apropiado" para un chico. Y, aunque no pueda evitar algunos comentarios, estoy muy orgulloso de lo que me ha enseñado.

Otra pausa.

-No quería que esto sucediera así, pero...

Vi como se volteaba poco a poco, mientras mostraba algo que sostenía entre sus manos. Un bote de pinta uñas transparente. Jugaba nerviosamente con sus dedos, con la cabeza gacha. 

La sonrisa de LouDonde viven las historias. Descúbrelo ahora