↳ ੈ‧₊ BITÁCORA #2

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Me encontraba sentado en mi automóvil, leyendo el periódico de la mañana como era mi rutina. Llevaba haciendo esto ya al menos un año, por lo cual la mayoría de las personas que me observaban desde las ventanas de sus autos me ignoraban.

Todas las mañanas de los días entre lunes y viernes, a las dos de la tarde, conducía de mi casa el instituto de la ciudad y me estacionaba al otro lado de la calle, frente a la entrada principal. No era un colegio particularmente prestigioso, pero tampoco era un lugar que se considerara barato.

El alumnado salía de clases aproximadamente a las 2:45, y esto me daba el tiempo para poder leer las noticias con tranquilidad hasta que el tiempo de que los estudiantes hicieran su salida llegase.

Con esto quería lograr una sola cosa, poder admirar a uno de los seres humanos más divinos que el ojo mortal podría presenciar. Él estudiaba ahí y pronto se graduaría para comenzar a buscar un trabajo, todo esto lo sabía ya que lo he estado observando desde el momento en el que mi vista se fijó en él.

Pero para no parecer sospechoso, siempre debía simular leer el periódico con el fin de que las personas a mi alrededor no cayeran en cuenta de lo que estaba haciendo. Hubo un punto en el que genuinamente comencé a tomar un gusto por leer las noticias diarias, así es como me entretenía durante ese periodo de tiempo en el que no podía verlo.

El caso de la misteriosa desaparición de Kiibo había aparecido en casi todo periódico, noticiero y post de redes sociales, no había ningún otro tema que se tocara más que ese. Después de todo, nunca había pasado algo así en la ciudad ya que era un sitio pacífico y muy amigable.

Incluso, en mi camino a comprar mi periódico diario, el cajero de la tienda había formado una pequeña plática sobre el caso criminal. Detestaba mantener contacto social con gente de forma innecesaria, pero no pude evitar aquella conversación, pues estaba tan orgulloso de mi atroz acción.

Había visto en la televisión y escuchado en el radio miles de entrevistas a los amigos del fallecido Kiibo, voces que goteaban con arrepentimiento, miedo y temor, estados del ser humano tan deleitables que a veces no podía evitar masturbarme al escuchar dichas entrevistas que me traían tantos recuerdos de lo que hice a aquel chico pasar en mi sótano.

En muchos de esos programas podía escuchar a las personas, seres queridos del chico y familia pasarse la culpa de la muerte ajena entre ellos mismos, obviamente no encontrando ninguna solución. Lo encontraba divertido en todo sentido, no tenían la menor idea de lo que ocurría y si el muchacho seguiría sin vida o no, pero por ahora encontraban a dos de sus amigos como sospechosos. Las autoridades serían llamadas pronto, aunque tampoco tenía mucho miedo de ellos, eran seres tan corruptos como yo.

Ahora su cuerpo estaba en mi refrigerador, cortado en pequeños cuadritos, mezclados entre cortes de carne de cordero, cerdo y res. Los huesos se los di a los perros callejeros agresivos que de vez en cuando pasaban por mi casa y admiré como los masticaron salvajemente hasta que ya no había ni un rastro. Sus uñas y dientes las disolví en ácido. Las demás partes aún no sabía dónde guardarlas, pero la nevera que guardaba en mi sótano hacía una maravilla dándole hogar a la cabeza decapitada del chico en lo que buscaba un lugar de donde desecharme de ella, si algún día lo lograba.

Así que no había mucho de qué preocuparme, por lo cual solo seguí leyendo las noticias sin querer encontrar mucho sobre el chico albino. Pero no era todo, sino que, al parecer, una chica también había desaparecido esa semana, aunque no parecía ser un caso tan conocido como el de el joven Idabashi. O quizá era bastante reciente, no importaba mucho lo que fuera.

Pero, a pesar de mi poco interés, decidí involucrarme un poco más sobre la situación, pasando mis dorados ojos opacos por cada párrafo de información escrito en aquel papel para conseguir nuevas tácticas.

↳ 💌₊˚. ··· Diary of a Lover »-Saiouma-«Donde viven las historias. Descúbrelo ahora