↳ ੈ‧₊ BITÁCORA #11

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Se supone que solo debería estar escribiendo bitácoras y entradas de diario una vez por día, pero después de la anterior, caí en cuenta de que apenas estaba saliendo el sol después de haber terminado de describir todos los actos realizados.

Por esa misma razón, me siento libre de continuar escribiendo mi día. Después de todo, es mi diario, puedo escribir en él lo que yo quiera. Y si pronto deseo detallar explícitamente como hago el amor con mi bonito Kichi, entonces lo haré. No es como si alguien fuese a leer este viejo libro de todas formas.

Después de realizar la llamada al departamento de policías de mi ciudad vecina, donde Kaito habitaba, fui a comprar un par de víveres en el mercado local, puesto que la calidad de los productos en ese pueblo es extrañamente mejor a la que tenemos en el nuestro, incluso cuando están solo a un viaje de carretera entre sí.

Aunque hay una sola cosa que no soy capaz de conseguir en las tiendas. Y eso es mi ingrediente favorito en toda preparación. Por ahora tenía reservas gracias al joven Amami, pero las sobras pertenecientes al cuerpo de la pelirroja y el albino estaban a punto de terminarse debido a la frecuencia con la que los consumía.

No es de mi gusto oír las estaciones de radio dentro de mi coche, pero, a decir verdad, me sentía enérgico dado a las cosas que realicé no mucho antes. Así que, siendo no característico de mí, puse una estación al azar para poner ambiente a mi largo camino en carretera de camino de regreso a casa.

Al conducir a estas horas, se presentaba frente a mí la vista del sol haciendo su recorrido por el cielo, elevándose con lentitud por el horizonte hasta que iluminó todo bajo su tacto con los rayos solares que a tanta gente les encantaban.

En mi mente, las escenas tan grotescas que causé se repetían una y otra vez, recordándome lo supremo que soy. Es divertido pensarlo, a la vez que me trae una familiar sensación al abdomen bajo.

El olor de la sangre en la escena, la vista de mis víctimas en agonía, los quejidos que estas soltaban bajo las mordazas, el gusto de la sal sobre la piel, la calidez de sus cuerpos esfumándose conforme el tiempo pasaba. Todo me satisfacía.

De hecho, me satisfacían tanto que era peligroso. Mis pensamientos eran plagados de día y de noche por la sed insaciable que tenía de esos actos, nada comparados a cuando recién asesiné al joven Kiibo en mi sótano.

En esos entonces, era capaz de pensar con coherencia a pesar de los ocasionales gritos en mi cabeza. En esos entonces, mi deseo por más no solía acabar conmigo hasta que me dejaba sin nada.

Desde entonces, me he vuelto errático y violento, quizá incluso un poco paranoico. He notado este cambio gracias a la forma en la que redacto mis pensamientos en el papel de este mismo cuaderno. No es como si me importase demasiado, pero extraño ser lógico, frío y calculador de vez en cuando, puesto que es un estado de ser que genuinamente encuentro encantador.

Y una vez llegué a mi morada, sonreí dulcemente. Odiaba la cotidianidad con una gran pasión, pero arribar ahí ese día se sentía más soportable que de costumbre.

La idea de despertar a mi mascota, ser la primera cosa que viese en cuanto despertara era apetitosa, aunque no estaba muy seguro si él estaría dormido a esas horas después de tardar tanto tiempo regresando.

Caminé hasta el maletero del automóvil y de él saqué todas las bolsas de plástico en las que mis víveres estaban guardados. La cosa de la que no me deshice en la mañana sigue ahí, pero no puedo cargarla hasta la entrada por ahora debido a su peso, además de que era riesgoso sacarla a estas horas del día. En esta ocasión había realizado una gran compra, cosa que no solía hacer siempre.

↳ 💌₊˚. ··· Diary of a Lover »-Saiouma-«Donde viven las historias. Descúbrelo ahora