↳ ੈ‧₊ BITÁCORA #5

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Era otro día más. Las mañanas comenzaban a tornarse más cálidas conforme pasaban las semanas, pintando las calles de rosa con los bellos pétalos de los cerezos que florecían por aquella época.

Un bello escenario para cualquier persona de la ciudad, aunque era lamentable que mi querido Kokichi no fuese capaz de observar las temporadas cambiar desde su espacio en el sótano, incluso cuando solo llevaba poco más de una semana ahí abajo.

Por mi lado, aunque encontraba algo lindo el color rosa pastel de las flores, no era algo que me emocionase en lo absoluto. Había en este mundo cosas más bellas las cuales podría admirar todo el año por el resto de mi vida, como lo era el jovencito viviendo conmigo.

Ese día había decidido bajar a preguntar cómo iba todo, a pesar de que estaba consciente de que no habría mucha respuesta. Por ahora no le gustaba hablarme, pero ya pronto se acostumbraría a responder más de un par de palabras.

Por incontable vez en la semana, me encontré a mí mismo bajando el mismo set de escaleras con las cuales estaba ya familiarizándome. Usualmente, descender por ellas estaba ligado con el gusto de ver a mi ser querido más amado.

—¡Buenos días, amor!~ —saludé entusiasta, caminando hasta donde él se encontraba encadenado, justo en la esquina de la espaciosa habitación. ¿Cómo dormiste? Te ves algo cansado —le pregunté con mucho cariño, observando desde la distancia que su piel estaba más pálida de lo normal y que bajo sus ojos había bolsas oscuras.

Nada que una buena comida y un buen baño no pudiese arreglar. Hablando de la nutrición de mi visita, caí en cuenta de que el muchacho estaba levemente más delgado. Y aunque la vista de personas delgadas hasta los huesos era muy agradable, no dejaría que Kichi terminase así. Después de todo, me encantaba mimarlo con dulces y platillos.

—¿Tuviste otro accidente? No importa, querido, sabes cuánto me encanta limpiarlo —le indiqué, dándome cuenta de cierta mancha amarillenta sobre la colchoneta que había tendido para que mi huésped no tuviese que sentir el frío piso del sótano contra su espalda.

Kokichi orinando de vez en cuando en ocasiones inoportunas se había vuelto una costumbre, pero realmente no me importaba en lo absoluto. La gente suele reaccionar de esa manera ante el miedo, y como todavía no había desensibilizado a mi amado por completo, era entendible que hubiera situaciones así.

Además, le he tomado cierto cariño a aquel cálido líquido amarillento desde que comencé a experimentar sexualmente con Ouma. Siendo sincero nunca consideré que me gustaría la orina en ese sentido, pero no podía evitar lo agradable que se sentía ser rociado por los jugos más íntimos de mi amado mientras lo penetraba lo más rápido que pudiese.

De solo pensarlo me subía los colores a la cara. Solo él y yo, compartiendo nuestros cuerpos por algunos momentos. No importaban los gritos de dolor o las súplicas que el otro soltara, era bastante agradable solo poder derretirme dentro suyo, donde podía relajarme de mente y alma.

Pronto él aprendería a disfrutarlo también, el dolor y el ardor en su posterior. Era solo cuestión de tiempo.

—... —calló por completo el otro, mirándome con aquellos miserables ojos púrpuras que no soportaban más. Solo llevaba bajo mis cuidados unos once días, por lo que pronto estaría familiarizado con las reglas de mi hogar. Tengo hambre —me susurró con pavor el joven, abrazando sus piernas en una esquina del colchón.

Aquel tono no era comandante, pero definitivamente debía aprender a pedirle las cosas a su amo con respeto y obediencia. Pero, de nuevo, llevaba solo once días a mi lado, no había manera de que pudiese tratar a mi rey tan mal si no estaba acostumbrado a como las cosas se llevaban a cabo aquí.

↳ 💌₊˚. ··· Diary of a Lover »-Saiouma-«Donde viven las historias. Descúbrelo ahora