Caminaban por un parque cercano a tu residencia, algo cansada pues traías las bolsas de los mandados a los que habías sido enviada.
— Que patético... No soy ningún tipo de criada con la que pu- — No terminaste tu reclamo pues chicas te con la espalda de alguien.
— ¿Hmm? — Sus miradas chocaron y sus ojos verdes se clavaron en tus ojos cafés.
— Ah... Auch — Te quedaste sin palabras por un momento mientras mirabas al causante de tu tropiezo.
— ¿Eres una monja no es así?— Pregunto.
— Eh?! — Es cierto lo eras pues desde niña viviste en un convento para monjas el cual odiabas — Si así es —
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— Etto...— Tu mirada se confundió aún más al ver el extraño atuendo de ese hombre, que a tu parecer era como el de un payaso de circo.
— Oye... ¿Por qué me miras de esa manera tan desagradable? — Pregunto señalandote de manera grosera a tu parecer.
— Para empezar un "Permíteme ayudarte no estaría nada mal" — Bufaste mientras te levantabas de manera brusca y sacudias la suciedad de tu ropa.
Lo miraste con curiosidad al igual que tú con el y sin descaro te acercaste a el.
— Tus ojos... Son de un color muy hermoso... Me gustan a pesar de que tu ropa es muy extravagante — Le dedicaste una sonrisa — Una disculpa fue mi culpa el tropezar estaba distraída —
— Vaya... Eres una jovencita muy educada, dime ¿Cuantos años tienes? — Se acercó de la misma manera que tú a el.
— Cumpliré 25 años el próximo mes... — Ahora que lo pensabas tu vida había pasado muy rápido.
— ¿Y cuál es tu nombre? —
— Por qué quiere saberlo — Empezaste a levantar las cosas que habían caído al suelo junto contigo, aquel extraño te ayudaba.
— Curiosidad — Mostró una sonrisa ladina llena de interés hacía ti.
Soltaste un fuerte sonrisa mientras acomodabas tus gafas.
— Coraline... Ese es el nombre que me dieron las monjas en el convento pero aún recuerdo el nombre que me dieron mis padres... Minamoto _______— Cargaste las bolsas y observaste al hombre mirarte de una manera tétrica.
— Puedes llamarme Samael — Dijo tomando tu mano y besándola ligeramente, acto que te sorprendió — Mi querida Coraline —
Se sentaron en una banca cercana mientras platicaban con tranquilidad, sentías una felicidad llenar tu interior con su compañía, cosa que no sentías desde que tu madre te había dejado en aquel convento.
— Entonces eres director de una escuela debe ser algo asombroso — Suspiraste alegremente.
— Parece que te causa mucha alegría una escuela — Rio sin indiferencia.— ¿Puedo preguntarte algo? — Pregunto ahora de manera sería.
Asentiste con seguridad.
— ¿Por qué te dejaron a cargo de unas monjas? —
— Mi madre decía que era necesario... Ella decía que yo era una abominación que no debió existir... Un demonio — Era algo difícil de explicar, te levantaste del asiento bajo su mirada — Bueno Samael, tengo que irme si no la madre superiora se enojara conmigo y me castigará... Fue agradable cruzarme contigo — Busco entre una de las bolsas del supermercado y saco lo que parecía ser una sopa instantánea para entregársela en las manos al hombre.
— ¿Para mí? —
— Espero te gusten es lo único que puedo ofrecerte después de hacerte perder tu tiempo —
Se despidieron como si fuera la última vez que se vieran, a lo lejos el la vio gritar.
— Espero encontrarte de nuevo Samael!! — Todos a su alrededor la miraban con curiosidad pues no era el comportamiento apto para una monja.
El solo sonrió esperando realmente encontrarse de nuevo con aquella chica, aunque quizá pueda ir a visitarla, algo imprudente pero para algo tenía a Rin.
— Creo que necesitaré una charla con ese niño —
Aaahahhwhshs cry/
Siento que algo no está bien pero trataré de arreglarlo :'c
