Era realmente triste que las cosas terminasen así, Uruma ya no era el mismo niño de antes y era comprensible después de todo lo que vivió, pero esa mirada tan hostil no salía de tus pensamientos.
— Uruma–Kun... Buenos Días — El solo asintió a modo de respuesta.
Cᴜʟᴘᴀʙʟᴇ ☻︎
Esa palabra se repetía en tu mente cada que lo veías en ese estado, sabias toda la situación de acoso que sufría y aún así no dijiste nada por miedo, los padres de Uruma estaban muertos por tu cobardía y la vida de su hermano dependía de un hilo desde hacía ya cuatro años.
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Al salir de la escuela, caminabas lentamente por tu camino con la mirada cabizbajo, te sentías mareada y los pies te pesaban sentías que en cualquier momento colapsarias.
— Uru...ma–Kun — Te desplomaste en aquel callejón que te servía como atajo, completamente sola.
El olor a bosque inundaba tus narices, te revolvías entre las finas sábanas donde estabas recostada.
Abriste los ojos con pesadez y no podías reconocer aquel techo, esa no era tu habitación y mucho menos tu casa. El ruido de la puerta corrediza al abrirse te hizo saltar hasta que reconociste a la figura frente a ti.
— Uruma–Kun — Le miraste estupefacta. Acaso te secuestró, pensaste en ese momento.
— No te preocupes Tsukino–San... Yo verás — Se notaba preocupado — Cuando venía de regreso te encontré inconsciente en la acera y no quize perder tiempo haci que...
— ¿Me trajiste a tu hogar? — El asintió con nerviosismo mientras se topaba con tu mirada — Ya veo... Yo, muchas gracias Uruma– Kun.
Te revolviste en la cama para sentarte en la orilla de esta, Uruma imitó tu acción.
