Jun Myeon consiguió pasar sus primeros días en la cafetería exitosamente y le contrataron por un mes, aunque si trabajaba bien le dijeron que le podrían alargar el contrato. También hizo migas con sus compañeros de trabajo, aunque seguía con miedo y algo de desconfianza cuando sentía que se había abierto demasiado.
Echaba de menos a sus amigos, en concreto a Se Hun. A veces le parecía ver al mayor por las concurridas calles del centro, como si fueran deja vús de cuando estaba en el instituto y lo veía pasar por los pasillos a través de los cristales de la puerta de su clase. Sabía que le había echo daño a Se Hun, y que nunca se lo perdonaría, pero el miedo le ganó tras recibir la paliza y se alejó a pesar de hacerse daño también a sí mismo física y mentalmente.
Se preguntaba qué pasaría si se volvieran a encontrar Se Hun y él, tal vez le entraría diarrea verbal y le contaría toda la verdad o se quedaría mudo, sin saber que decirle, sosteniendo su corazón en la mano para dárselo.
Jun Myeon había dejado de reprimir sus sentimientos verdaderos por Se Hun desde hacía tiempo, le gustaba el mayor, y mucho. Estaba enamorado y se dio cuenta de que, probablemente, nunca amaría a nadie de la forma en la que quiso, quiere y querrá a Se Hun. La relación entre ambos fue peculiar, pero eso era lo que la hacía especial y única, era lo "suyo".
Una mañana concurrida en la cafetería, el corazón de Jun Myeon se paró por milésimas de segundo. Estaba atendiendo en la caja, sin apenas mirar a los clientes, mientras que tomaba nota de los pedidos y se las pasaba a sus compañeros cuando escuchó una voz muy conocida para él.
-Un expresso doble para llevar, gracias.- pidió la otra persona al otro lado de la barra.
Jun Myeon apuntó por inercia el pedido, antes de darse cuenta de quién provenía la voz, y automáticamente miró al frente encontrándose a un Se Hun trajeado mirando al teléfono mientras leía algo. Kim se congeló al instante, tenía muchas preguntas, pero la principal era: ¿Qué hacía allí?
-¿Q-Quiere algo m-más?-consiguió preguntar, mientras intentaba no atropellarse con sus palabras.
Por otro lado estaba Oh, que al escuchar una voz conocida se tensó/congeló pero con la misma rapidez se relajó. Se auto convenció de que no podía ser su Jun Myeon el cuál sabía que estaba en casa de su padre, a más de 300 kilómetros.
-No, así sería todo. Si no es mucho problema, dese prisa.- contestó sin separar su mirada de la pantalla.
Por primera vez las manos de Jun Myeon temblaron en el trabajo, lo que ni siquiera le pasó en los días de prueba, y casi la lía con el pedido. El aire le faltaba y no supo cómo consiguió terminar de preparar el café sin confundirse o tirarlo. Se Hun ya estaba en la zona de espera para recibir su pedido, así que Kim se acercó para dejar el vaso de café en la encimera.
Los pedidos llevaban el mismo número que el que ponía en la parte superior del recibo, por lo tanto dejaría el café encima de la barra y no tendría más interacciones con el mayor para el alivio del Jun Myeon. Qué buen día para que el destino tuviera otros planes y le gustara ser caprichoso.
Se Hun decidió que ya había pasado mucho tiempo leyendo las noticias y apagó el móvil para relajar la vista. Había estado en esa cafetería antes, pero nunca en una mañana tan movida como aquella. Paseó la mirada por el concurrido local, desde las mesas ocupadas al personal del turno, y ahí se dio cuenta de que la conocida voz que había escuchado mientras lo atendieron no había sido ni un malentendido ni una alucinación.
Cuando Jun Myeon fue a dejar el café en la barra, los ojos y piernas de Se Hun por inercia lo siguieron y llevaron también a la barra. Antes de que Jun Myeon pudiera dejar el vaso en la encimera una mano agarró la bebida, provocando un contacto entre ambas manos. El menor al sentir la otra mano sobre la suya levantó la mirada, encontrándose con unos ojos que lo observaban atentos, y tal vez expectantes, que casi lo hacen soltar de repente el café. Jun Myeon intentó mostrarle una sonrisa, que parecía una mueca vista desde lejos, mientras que Se Hun no supo que hacer más que tomar el café con sus manos y decir un "Gracias" para después irse. Algo que si que hicieron ambos cuando no eran visibles para el uno para el otro, fue llevarse la mano al pecho tratando de calmar su acelerado ritmo cardíaco, se amaban y sin importar lo que el exterior mostrara, su interior jamás mentiría.
La semana prosiguió, y Se Hun se encontró visitando la cafetería cada mañana que podía. El mayor podía estar ocupado y tener mucho papeleo en la oficina, pero siempre encontraría tiempo para ir a por una bebida a la cafetería en la que Jun Myeon trabajaba. Por otro lado estaba Kim, que también se encontró cada mañana esperando a que Se Hun entrara al local y pidiera algo para consumir. No hablaban, pero sus miradas lo decían todo; mientras que uno miraba al otro como si fuese la última pieza de su corazón, el otro lo miraba como si fuera la última esperanza que quedaba en su vida.
Cada uno se preguntaba como sería ir más allá de la conversación banal del pedido, pero ninguno se atrevía, el miedo y la incertidumbre se hacían presentes cada vez que pensaban en hablar de verdad.
Una mañana Jun Myeon no se presentó al trabajo, y eso le extrañó al joven Oh. Se Hun tenía curiosidad por saber porque el menor no estaba en el establecimiento como cada día, pero no sabía cómo averiguar qué había pasado, pensó en preguntar a algún compañero de Jun Myeon pero eso probablemente levantaría curiosidad o revuelo entre los compañeros y era lo que menos quería ya que sabía que Kim odiaba ser el centro de atención, así que lo dejó pasar.
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Alone ~SeHo/HunHo~
FanfictionDesde que entraba hasta que salía se tiraba las horas mirando por la ventana o al reloj del fondo de la clase, esperando a que todo se acabase. Era su forma de evadirse de la constante chapa que le daba cada uno de sus profesores, y de la realidad...