𝐀𝐔𝐑𝐀

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Aura

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Aura

Levantarme nunca fué mi punto fuerte. En serio, odiaba con toda mi alma hacerlo.

¿Acaso el día no era lo suficientemente largo para hacer todas mis tareas?

Ese fué mi primer pensamiento cuando Jeffrey, el mayordomo, vino a despertarme, como hacía todos los días. Y como siempre, recibía una almohada en la cara de mi parte.

—Señorita—se paró en frente de mi cama y me miró con cansancio—Vengo a recordarle que hoy es el banquete del rey Edward, y tiene que prepararse.

Puse los ojos en blanco y me volví a tapar con la manta. No estaba de humor para banquetes y personas insoportables. Aunque la verdad creo que jamás lo estaría. Aquel ambiente era demasiado para mi. Una sala llena de gente rica y arrogante que presumía sus riquezas a los demás y se burlaba de la situación de otros. El sueño de cualquier adolescente.

Suspiré y me levanté de la cama, al menos no todo era negativo. Si hoy se celebraba el banquete, eso significaba que me libraría de todas mis tareas de hoy. Mi humor mejoró al instante.

Miré a Jeffrey esperando a que dijera alguna cosa más. Él lo notó y empezó a hablar de nuevo:

—Hoy debe comportarse, es importante para su padre. Nada de irse en medio del banquete mientras todos están despistados.—Mi sonrisa desapareció al oír eso.

—Seré un angelito—dije. Jeffrey asintió, se despidió con una reverencia y salió por la puerta.

Cuando pensé que por fin estaba sola, la puerta se abrió de nuevo y entraron las doncellas. Volví a suspirar y dejé que me vistieran y que me peinaran. Mientras lo hacían, recordé lo que siempre decía mi maestra personal: "Las señoritas deben vestirse bien y se ríen suave y sin armar escándalo". Un día la tiré por las escaleras y le hice pensar que fue el perro de mi madre. Sé que estuvo mal, pero había acumulado demasiada ira los últimos días y ella era el blanco perfecto para desahogarme. Además, no me arrepiento de nada.

Después de una hora que parecía que nunca acabaría, estaba lista para ir a desayunar. Genial, me moría de hambre. Bajé las escaleras del gran pasillo hasta el comedor y al entrar vi a mi padre y a mi hermano pequeño jugando. Esbocé una sonrisa al verlos, eran adorables. Me dirigí a mi asiento y saludé a mi padre, que me devolvió el saludo y nos pusimos a comer.

Mientras me metía un trozo enorme de tortita en la boca, mi padre empezó a hablar:

—Aura, como te lo habrá dicho Jeffrey, hoy es el banquete del rey.—Casi me atraganto al responder, así que tomé un poco de agua y tragué el trozo de tortita. Qué desperdicio

—Deberías...—parecía estar buscando las palabras adecuadas—Deberías comportarte un poco—dijo finalmente.

—¿A qué te refieres?—pregunté. En realidad lo sabía perfectamente, pero me gustaba ver como intentaba buscar formas de decírmelo sin herir mis sentimientos. Él siempre fue un hombre bastante distante y frío, pero con sus hijos era totalmente diferente, siempre buscaba la forma de hacernos sentir bien. Tampoco era muy exigente con mis clases ni mi comportamiento "poco femenino" según mi maestra personal. Jamás me presionó a hacer nada, tampoco a Louis, mi hermano.

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