Tails

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Episodio con contenido sensible se recomienda discreción, contiene muertes, problemas mentales, violencia física y psicológica.

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Recordaba pequeños golpes fríos en su rostro que donde tocaban dejaban un rastro suave como una caricia, hace tanto que no sentía algo similar, convirtiéndose en un sentimiento fríamente cálido dentro de sí y el vaivén lo hacía bailar entre el mundo de los sueños y el mundo real. Todo se sentía tan distinto a lo habitual.

Un golpe suave y el movimiento se detuvo, un rostro que no lograba reconocer se acercó a él, de sus hermosos ojos azules caían gotas que mojaban su rostro, ¿acaso eso eran las caricias que había sentido?

Un último tacto tibio en su mejilla que lo hizo reír y sonreír alegre, después ya no hubo más caricias ni vaivén.

  —Adiós, bebé, adiós —no entendía lo que significaba, las ventajas de la inocencia, pero aún así volvió a reír alegre.

La persona desapareció y se quedó solo observando un cielo oscuro lleno de puntos brillantes que lo hacían soñar. Nuevamente sintió unos cuantos golpes en el rostro pero eran demasiado fríos en comparación con los anteriores, ya no habían caricias y nuevamente sintió el abandono que tanto lo acompañaba.

Antes de empezar a llorar fue levantado quedando frente a frente con tres rostros medio cubiertos, lo miraban con pena y sorprendidos.

  —Hola, pequeño —un tono suave y dulce —, no te preocupes vas a estar bien aquí, nosotros te cuidaremos no lo dudes.

El cielo y la lluvia quedaron atrás, estiró su mano intentando volver pero lo único que logró fue sentir una última gota en la palma de su mano con la que jugó un momento y después la perdió cuando se le cayó en su pecho cerca de su corazón mojando así su ropa. Desde ese día amaba la lluvia, mientras que a algunos les parecía triste o melancólica para él significan cientos de caricias cálidas de las únicas personas que quiso conocer.

Sus padres , ¿cómo serían? ¿lo habrían amado? ¿por qué habrían hecho lo que hicieron?

No le importaban las razones que fueran igualmente los querría, si tan solo los conociera les perdonaría todo o eso pensaba cuando era un pequeño niño que apenas comprendía su mundo y al que le esperaba un largo camino lleno de vivencias.

Durante el tiempo que fue bebé disfrutó de compañía amable, cuidados especiales, visitas de cientos de personas que lo mimaban por un momento y después desaparecían. Creció oyendo siempre lo mismo que no querían a un niño tan extraño como él porque sería difícil cuidarlo cuando fuera mayor, eso nunca lo lograría comprender ¿acaso había algo malo con él?

¿Fue su voz?
¿Sus ojos?
¿Su risa?
¿Tal vez era muy inquieto?

No.

¿Fue el hecho de que era un fenómeno?

Pero eso no era su culpa, él solamente hubiera querido ser normal igual que el resto y cada vez que una familia lo rechazaba la misma persona que lo recogió a las puertas del orfanato lo consolaba.

  —No te preocupes pequeñín, eres un niño hermoso los indicados ya llegarán —Entonces lo arrullaba hasta que se quedaba dormido.

Esperó pacientemente durante años pero los indicados jamás aparecieron, su vida probablemente pudo ser diferente si lo hubieran hecho, pero no.

Las tres personas que lo acogieron ese lejano día de lluvia eran monjas que ayudaban en el orfanato de vez en cuando y llevaban donaciones directas del resto de religiosas del convento cercano. Eran mujeres muy amables, dulces y cariñosas; jugaban con ellos, les preparaban comida deliciosa y les leían historias asombrosas que amaba escuchar. No era sencillo vivir ahí, habían muchos niños, cada día llegaban más y los que tenía la fortuna de marcharse eran pocos.

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