Six

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Escenas fuertes, se recomienda discreción estarán marcadas por este signo "" igual que los capítulos anteriores.

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Levantó una caja y después la dejó caer completamente frustrada. Bufó llamando la atención de su compañero.

  —¿Qué sucede, Bunnie? —Antoine se acercó a ella y acarició su espalda con delicadeza.

  —Ya no quiero estar aquí, quiero irme, ¿por qué no nos deja en paz? —sus ojos estaban llorosos.

  —Vamos no llores, todo va estar bien te lo prometo, yo te protegeré siempre —la abrazó para darle confianza.

  —Gracias, Antoine... —suspiró un tanto aliviada — oye tengo que decirte algo.

  —Dime —no rompió el abrazo se sentía muy cómodo y feliz en esa posición.

  —Sé que no es el lugar ni el momento pero creo que es mejor no ocultarlo más porque si no logro salir —el contrario la interrumpió.

  —No hables así, todos vamos a salir de aquí sanos y salvos, ¿entendido?

  —Sí, Antoine yo... yo te —nuevamente la interrumpió pero esta vez la separó abruptamente de él haciéndola sentir desanimada.

  —¿Escuchaste eso? —Se puso alerta borrando todo rastro del tierno ambiente en queé habían estado envueltos hace poco.

  —¿Qué cosa? —volvió a asustarse ante la perspectiva de que el asesino estuviera cerca y tragó pesado sintiendo la boca seca de repente.

  —Es como si alguien pidiera ayuda —se mantuvieron unos segundos en silencio —, por aquí —la tomó de la mano y avanzaron por otro pasillo hasta llegar a la puerta contraria de donde entraron.

En ese momento ella pudo ver la silueta de alguien entrar por una puerta al final del pasillo, le pareció reconocerla pero no pudo ver bien debido a la poca luz que inundaba el lugar.

  —Por allá, Antoine —le señaló la sala contigua a donde estaban y se dirigieron allí.

En cuanto pasaron las puertas estas se cerraron y sonó un click metálico indicando que la cerradura funcionaba a la perfección así como que estaban encerrados.

  —Maldición —el coyote intentó abrirla pero el seguro estaba roto —, ¡ayuda! —Gritó con fuerza por si el resto los escuchaba y lamentó no haber avisado de lo que escuchó en el momento que lo advirtió —. ¡Ayuda, alguien!

  —Si fuera tú dejaría de gritar o me harás enojar y podría cortarte la lengua —Una voz ronca se oyó haciendo que las siguientes palabras murieran en su garganta y la coneja soltara un grito ahogado —. Aunque de todas formas el resto jamás podrá oírte las paredes son lo suficientemente gruesas para amortiguar la mayor parte del ruido no es divertido si los salvan.

  —¡¿Dónde estás?! —Antoine se puso frente a Bunnie protegiéndola de su invisible enemigo.

Una luz al centro de la habitación, vacía por completo, se encendió mostrando una mesa alta y delgada color blanco con algo encima.

  —Eso no es importante, el punto aquí es que uno de los dos no saldrá vivo o tal vez ninguno lo hará —un escalofrío recorrió a ambos —, frente a ustedes hay un tarro con algo especial dentro tienen exactamente tres minutos para decidir quién se sacrifica por el otro.

  —¡Como si fuera a hacerle caso a un maldito enfermo baja e intenta hacer algo para que veas como te destrozo con mis propias manos! —Estaba furioso.

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