Seven

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Recordar su vida no era algo muy agradable, menos cuando parecía ser el preludio de su muerte igual que en las películas cuando pasa frente a tus ojos pero ahora más que nunca el poder ver claramente el rostro dulce de su madre, la sensación de los abrazos rudos de su padre y la sonrisa hermosa de su hermana lo reconfortaba, no sentía miedo.

Sus días en el ejército no habían sido tan malos, sus compañeros habían sido muy importantes para él después de todo los extrañaba y ahora más que nunca agradecía sus consejos. Había ido hace una semana a hacer un testamento donde dejaba todo a su hermana sin decirle nada a ella para que no se asustara, fuera de aquel horrible edificio solo lo esperaban esos pequeños brazos cálidos y tiernos que amaba lo rodearan. Amaba a su hermana más que a nada en el mundo, era su adoración y haría todo por ella.

Nunca había tenido una pareja estable sólo un par de amoríos en sus días de escuela, últimamente había conocido a alguien que lo hacía distraerse y comportarse como un muchacho de quince. Joven, hermosa, independiente y muy inteligente a la vez que misteriosa. Con suerte llegarían a formalizar su relación o quedaría como un lindo recuerdo. Pero primero debía salir de donde estaba. El recordar los ojos turquesa de aquella mujer le subía un poco el ánimo, sus mejillas se sonrojaron un poco al recordar su suave voz pronunciando su nombre.

-Espera deja que nos alcancen -no se dio cuenta del momento en que llegaron al descanso hasta que escuchó la voz del chacal junto de él.

El resto caminaba dos o cuatro escalones detrás de ellos en caso de que hubiese alguna trampa así que se reunían en el descanso para después seguir avanzando.

-Perdona, me distraje -hizo una mueca, abandonando los dulces recuerdos que lo habían envuelto.

-Tranquilo te entiendo -Knuckles pudo notar como el contrario miraba con preocupación fijamente a la oficial que caminaba junto a las demás mujeres, él sabía notar cuando una mirada era especial y esa lo era.

-¿Hay algo entre ustedes? -desde que todo eso empezó había tenido curiosidad por ambos debido a que parecían ser demasiado cercanos.

Vitaliy lo miró y por un momento pudo percibir como su rostro indiferente se transformó en uno apenado, como si lo hubiera descubierto en plena jugada pero así como apareció se fue. Sonrió internamente al poder lograr sorprenderlo.

-No realmente, sólo somos compañeros y así está bien -no le dijo nada más, pero lo último lo pronunció con la determinación de quien intenta convencerse de algo.

El resto los alcanzó y comenzaron a subir los escalones que faltaban.

-Oye, te dejo un momento quiero asegurarme de que esté bien -el equidna asintió y vió como se regresaba para hablar con la coyote, parecía un hermano preocupado y se preguntó si él se veía de esa forma con su hermanita.

Recordó a Tikal, en ese momento ella debía estar durmiendo en los dormitorios de la universidad después de estudiar arduamente para sus exámenes, el pensar en ella lo hacía sonreír y aún se sentía demasiado culpable por abandonarla, además de intentar dejarla sola. Ya no más, aprendería a apreciar su vida por él y por quienes quería. En cuanto viera a su hermana pequeña la abrazaría hasta que ella olvidara los diez años que estuvieron separados y él superara su tristeza. Que Chaos se apiadara de su alma si no lo hacía.

-¿Cómo te encuentras? -Anyle lo miró tranquila y de forma más consciente, eso lo hizo relajarse; ambos estarían bien.

-Ya estoy mejor solo fue una pequeña crisis, lo superaré por ahora estoy lista para continuar ayudando -en sus ojos se notaba el cansancio mental que sufría, si salían vivos necesitarían largas sesiones con el psicólogo para superarlo.

Me conocesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora