Three

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A oscuras, en un lugar que no conoces, sin teléfono, sin nada para defenderte, a merced de alguien que acaba de matar a un policía, sin posibilidad de que alguien te busque pronto y muy asustado. Sin duda algo que no querrías vivir y ahí estaba él parado a mitad de quién sabe dónde aún consternado por lo que acababa de ver. Ni siquiera podía aún creer que hubiera sido real, todo le parecía tan extraño y confuso como para serlo.

Hace apenas poco más de una hora se despedía de su vecina y ahora le decían que podía morir a manos de un loco. La vida puede sorprenderte enormemente.

Un pequeño haz de luz lo trajo de vuelta de sus pensamientos, la pareja de oficiales llevaban unas linternas que si bien no eran muy grandes los ayudaban para alcanzar a ver su entorno, cajas por todos lados, unos cuantos paneles y catorce personas que temen por su vida. Observó a la persona que tenía al lado, no podía verle el rostro porque estaba cabizbaja además de que era más pequeña, llevaba el típico uniforme escolar y supo gracias a este que era una chica, quien al sentirse observada levantó la vista conectando sus ojos azules con los suyos del mismo color. Antes de que pudiera siquiera decir algo, o intentar explicar porque le miraba, un pequeño estruendo se oyó en el piso superior dejándolos a oscuras cuando las linternas apuntaron a diferentes direcciones.

Se oyeron un par de gritos agudos provenientes de las dos chicas a su lado quienes se abrazaron a él, a quien conocía como Cream se tomó de su brazo buscando apoyo en este para su tembloroso cuerpo mientras que la otra desconocida le  abrazaba con fuerza el torso y escondía su rostro en este. Quería apartarlas pero le pareció grosero, ellas estaban igual o más asustadas que él y lo mejor que podía hacer era brindarles algo de apoyo.

Nuevamente las linternas apuntaron hacia ellos, el ruido cesó y ambas muchachas le soltaron, o bueno sólo la coneja por completo ya que la otra se quedó agarrada de su brazo. No le quiso dar más importancia de la necesaria así que lo ignoró.

  —Todos guarden la calma —La voz tranquila y seria del policía se oyó por todo el piso.

  —¿Calmarnos? —Desafortunadamente tuvo el efecto contrario del que quería —. ¡¿Cómo diablos vamos a estar tranquilos si alguien intenta matarnos?! —Gritó un equidna rojo claramente frustrado.

  —Gritar y alterarnos no ayudará en nada, señor —La policía le contestó de forma fría pero neutra. Como si lo que pasaba no la alterara en lo absoluto, ¿cuánto tiempo aguantaría su fuerte carácter antes de sucumbir al temor?

  —Perdone, es sólo que es difícil mantener la tranquilidad en estas condiciones —Se disculpó ocultando tras aquellas palabras que obviamente tenía miedo, igual que todos.

  —Tenemos que buscar algo que nos dé un indicio de lo que sucede, algo que nos provea de iluminación o algo para defendernos —Vitaliy tomó la palabra de nuevo—, nos dividiremos en dos grupos para buscar en esta zona, la mitad conmigo y la otra con mi compañera, no se separen de los demás y estén alertas —Nadie se quejó ni se negó después de todo ellos eran las autoridades y los únicos preparados para afrontar ese tipo de situaciones.

Cada grupo tomó direcciones opuestas, Tails hubiera preferido estar en el otro grupo junto a aquellos que conocía de nombre pero la ojiazul lo había jalado del brazo y no le dejó otra opción. Giró la cabeza viendo a sus espaldas la figura de la pareja de erizos y de la conejita alejarse. Suspiró con fastidio sin hacer apenas ruido y se dejó guiar por la menor.

Finalmente lo soltó cuando tuvieron que empezar a revisar las cajas de cartón que había por todos lados, algo que agradeció enormemente, sin embargo poco le duró esa paz cuando la vio estirarse para alcanzar la punta de una pila, la cual obviamente no alcanzaba, desequilibrando la torre provocando que casi le cayera encima si no fue porque él alcanzó a detenerla.

Me conocesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora