─Yo debo confesarte algo, no sé por dónde empezar y si luego de eso no me quieres ver más lo entenderé ─dijo Yunne sentada entre las piernas de Vante, tomando su mano tratando de no llorar, tenía miedo pero sabía que debía ser franca con él porque lo amaba.
─Dime, jamás voy alejarte de mí, nada puede ser peor de lo que he vivido, ¿quieres que te haga un recuento? ─preguntó con una sonrisa juguetona ─Tu madre me ofreció en sacrificio a los demonios de la magia negra y me vi obligado a acostarme con tu hermana para poder sobrevivir, pensé que moriría y que jamás conocería a mi hijo ¿te parece poco? ─el levantó el rostro de Yunne por el mentón y deposito un suave beso en su frente.
─Tu... Tú ¿lo sabías? ─Yunne estaba atónita, jamás imagino que Vante supiera la verdad y que jamás le reclamo por eso ─ ¿Ella te lo dijo? ¿Caileah? ─ella estaba inquieta por aquella.
─Oye... Calma... ─dijo abrazándola ─lo supe desde hace mucho, te vi huir en tus sueños, vi las cosas que tu madre hacía pero no sabía que acabaría con mi vida... ─explicó.
─ ¿Por qué nunca me dijiste nada? ─preguntó intrigada.
─Porque respeto los motivos que pudiste tener, yo no debí hurgar en tu mente, pero estabas muy angustiada y no quería verte así ─la abrazo más fuerte a él.
─Pero ahora dime... Si eres un ángel ¿Cómo viviremos juntos? ─cuestionó la joven.
─No soy un ángel, amor mío, soy un híbrido como siempre, solo que no de demonio, si no que de ángel, debía ser así para poder volver, pero ahora por fin solo te necesito a ti para vivir, solo seré para ti y para nuestro hijo ─dijo mientras tomo las manos de la joven para besarlas.
─Pero siempre traes tu arete ¿no es eso la marca del inframundo? ─de nuevo preguntó.
─Es la insignia de la familia, sigo llevando la sangre de mi padre, sigo siendo su hijo, además me gusta... ─sonrió después de aquella respuesta.
Los días pasaron y Vante por fin hizo princesa a Yunne, aunque ambos preferían permanecer en la cabaña por la poca gente que ahí permanecía, a Vante seguía aburriéndole la gente pero ya no tenía aquellas insaciables ganas de sacarle los sesos a la personas. En el palacio, Taehyung disfruto de ver a su amado Sunoo crecer, Garin también era feliz, tanto Namjoon como Arlener pasaban mucho tiempo juntos, parecía que el reino por fin tenía paz. Pero lo que más hacía feliz a Arlener era saber que ahora sus dos hijos tenían esa vida casi normal que tanto deseo darles, la diferencia era que ambos tenían esa inmortalidad que él Dios Padres les había otorgado como agradecimiento por haber servido a la paz que ahora se vivía.
—Entonces... ¿Pretendes que nos embriaguemos? —preguntó el rubio tomando una de aquellas cervezas que sólo ingirió cuando era humano y deseaba morir.
—Por supuesto, jure que si había una vida después de aquello, haríamos esas cosas que no hemos podido hacer en todo este tiempo —dijo relajado Taehyung sobre aquellas cómodas sillas de jardín.
—ahora dime ¿Quién eres y que has hecho con mi hermano? —dijo bebiendo de aquella botella.
— ¿Cómo está mi Sobrino? —volvió a cuestionar el pelinegro.
—Está bien, Yunne se cuida mucho, me gusta hablarle, me gusta que venga a mis sueños en las noches —habló el rubio con ilusión en su rostro.
—Lo sé, te he visto feliz, pero sabes lo que significa que vaya a tus sueños... Es un híbrido de íncubo y tendrás que educarlo —replicó Taehyung.
—Eso lo sé, pero papá me educó a mí, yo lo educare a él, es hermoso y me sonríe con amor, jamás imagine que esto se sentía tan bonito... —Taehyung vio hablar a su hermano y se dio cuenta que jamás lo había visto tan feliz y lleno de vida. Era verdad, la pesadilla había terminado, por fin los dos tenían vida y plenitud, no importaba más nada.
Los días pasaban y Yunne perdió su sensual figura por un tiempo hasta que por fin ese día, el día que Vante tanto esperaba pero que también le asustaba llegó, la princesa Yunne fue atendida por los médicos del palacio y permanecería ahí mientras se recuperaba. A Taehyung le causó ternura ver a Vante angustiado, siempre le pareció un chiquillo inmaduro y caprichoso pero ahora estaba preocupado por algo que todos los humanos pasan, la llegada de su bebé. Lo escucharon llegar y entonces el padre mencionó su nombre —Häel —dijo entre dientes y sonriendo, se levantó y fue corriendo a ver en persona a su pequeño. — Häel... — volvió a decir cargando al bebé, deposito un suave beso en la frente de Yunne y se alejó de ella —ahora puedo agradecerte por haber sido mi fortaleza en aquellos difíciles momentos en aquellas montañas... —abrazo a su pequeño y frágil bebé y dejo un suave beso en la frente del infante.
—Debes estar cansada —dijo acercándose a Yunne a lo que ella solo pudo asentir.
Después de haber pasado por tanto, Vante y Taehyung por fin estaban libres de cadenas, no le debían nada al gran monarca y tampoco tenían por qué obedecer a nadie que no fueran sus padres.
Una tarde, tanto Vante como Taehyung llevaron a sus hijos a la roca del ángel, desde ahí pudieron ver el atardecer felices y seguros y entonces Taehyung lo recordó —mirar el sol lejos del dolor —dijo viendo a Vante jugar y reír con los dos niños.
Por fin la recompensa a tanto dolor había llagado, aquellos que les hicieron daño ya no estaban y por fin eran libres, por fin Vante dejaría de asesinar para vivir, por fin dejaría la sed de vida y almas, se debía a su esposa y vivía para su hijo.
Las luchas de ambos nunca fueron en vano, ambos se unieron para vencer, ambos ahora eran felices.
Fin PT2
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POSEÍDO 2 一KTH一 +21
FanfictionEscrito en mayo 2021 Antes de leer esta historia recuerda leer la primera parte pues puede haber situaciones confusas que no puedas comprender Después de un tiempo donde cada uno se adueñó de aquel lugar donde más cómodo se sintió, aprendieron a dom...