Capítulo 5: Una cita que no es cita

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- ¡¿En qué estabas pensando, Bakugou-kun?! ¡Mintiendo de esa forma a Enji Todoroki sólo para obtener a ese pobre omega! - Reclamó la castaña furiosa mientras caminaba alrededor del alfa que estaba sentado en uno de los sofás de la sala.

- ¡No fue mi intención! ¡¿Crees que quería que el desgraciado de Enji lo golpeara en frente mío! - Espetó enfurecido por esa imagen del alfa maltratando al omega - Además... Lo que dije no fue mentira - Confesó tratando de calmarse.

- ¿Eh? - Ochako lo observó incrédula - Tú... e Izuku... - Hizo una seña obscena con sus dedos aludiendo al acto sexual.

- ¡¿Era necesario hacer eso?! - Le regañó con un semblante enfadado y avergonzado a la vez - ... Sí... Lo hicimos.

No pudo evitar recordarlo. Fue inoportunamente en un día que su celo se presentó. Parecía que el universo se había complotado para que él y el peliverde tuvieran su primera vez.

Solos en casa del cenizo, sin que nadie interrumpiera, tomó al omega aún si este repetía que debían esperar.
Izuku terminó cediendo ante el aroma tan atrayente y exquisito que su alfa estaba soltando para seducirlo. Lo hizo sentir como si estuviera entrando en celo también.

A su mente vino la imagen del erótico desastre que hizo del pequeño pecoso. Jadeaba y gemía con sigilosas lágrimas asomándose por sus piedras esmeraldas, repitiendo su nombre cada que podía.

Una imagen maravillosa. Si otros alfas supieran que el peliverde podía ser más hermoso seguro no dudarían en querer arrebatarlo de la mano de cualquiera.

En eso su pecho dolió. Sus dudas despertaron al sospechar que no era el único que tuvo el privilegio de contemplar la belleza del omega. Un bicolor se presentó en sus recuerdos y gruñó de solo pensar en él y el pecoso en un acto como ese.

- Mmm Bakugou-kun - Sonrió con picardía la castaña - ¿Acaso estabas recordando ese momento? - Volvió a hacer esa seña con sus dedos cuando notó el rostro rojo del alfa.

- ¡Maldita, cara redonda! ¡Deja de hacer eso! - Gritó, enrojecido como nunca lo estuvo.

Ochako disfrutaba de las reacciones de su amigo alfa, aunque eso no dejaba de lado una realidad innegable.

- Izuku está comprometido con Shoto Todoroki - Dijo con seriedad - Si antes estaba comprometido contigo, ¿por qué no te casaste con él?

La expresión de Katsuki fue de sorpresa ante esa pregunta.

¿Casarse con Izuku era tan importante para él? Claro que lo era. Desde pequeño decidió que ese omega sería suyo. La ternura de sus gestos, la amabilidad que expresaba y su encanto no podía ser de nadie más. Cómo siempre repetía, era suyo.

Si no se casó una vez que cumplieron los dieciocho años fue por el acuerdo e imposición de sus padres que querían esperar un poco más hasta que el cuerpo y mente de Izuku estuvieran preparados para traer cachorros al mundo. Es decir, esperar a que madurara un poco más.

Durante ese período de tiempo volvió a aparecer el bastardo de las mitades junto a su padre, solicitando la mano de su omega.

No podía creer tal descaro e insolencia.

Su compromiso peligraba, ya que sus futuros suegros dudaban si aceptar o no la propuesta de la poderosa familia Todoroki. Estuvo a punto de confesar que había tenido intimidad con el peliverde antes del matrimonio, pero fue Izuku quien se le adelantó.

Ocultó su alivio. Su lobo estaba feliz de que su omega solo lo eligiera a él.

Debido a esa falta, el pecoso tuvo que mudarse, alejarse de su familia, encerrado en ese lugar, sólo con la reconfortante presencia de alfa con él.

Corazón SalvajeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora