RAYOS DE TI

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BETTY POV

La melodía de mi alarma llegó hasta mis oídos.

Me froté los ojos suavemente mientras estiraba todo mi cuerpo sobre el blando colchón, cuando los abrí mis pupilas se acostumbraron a la leve luz solar que entraba por mi ventana, no tenía ganas de levantarme, ni de hacer nada para ser sincera, pero sabia que era lo que debía hacer si no queria consumirme en mi pequeño cuarto.

Bajé las escaleras de mi casa para llegar a la cocina, mi madre se movia distraidamente por el lugar mientras llevaba de un lado a otro los platos y los vasos.

-Buenos días, mamá.-

-Buenos días, Betty. ¿Cómo has dormido?-

-Bien, aunque me costó que el sueño llegara hasta a mí.-

-Esta noche dormiré contigo para que te sientas mejor.- bromeó mi madre.

Miranda Hodge era la mujer más fuerte y valiente que había conocido jamás, siempre habia estado ahí para mi y cada lágrima derramada por mis ojos había sido secada y abrazada por ella, así era mi madre.

Desayunamos tranquilamente y hablamos de lo que haríamos durante el día. Después, subí de nuevo para vestirme y arreglarme antes de irme, hoy es mi primer día de clase así que no podía faltar.

Al final del armario dislumbré mi cárdigan de lana blanca, mi abuela me lo tejió hace unos años, cuando yo  quería esconderme de un mundo que solo me hacía daño. Aquel trozo de tela era mi pequeño escondite, al cuál podía acudir siempre que quisiera, era una pena que el calor aún nos siguiera, era como si quisiera mantener nuestros corazones calientes antes de la espesa tormenta de nieve. 

Me peiné mi castaño cabello con dos simples trenzas y cogí mi mochila amarilla del escritorio. Bajé.

-Betty, cielo, que pases un buen día y si necesitas algo no dudes en llamarme.-

-Vale mamá.- le besé la mejilla y salí de la casa.

Conecté mis auriculares al móvil y la música llenó mi cuerpo enseguida y caminé.

Contemplé aquel pueblo cómo si fuera la primera vez que mis ojos observaban cada detalle. Nací y crecí aquí, en Cold Spring, mis padres, maravillados por aquel lugar, decidieron que vivir allí sería la mejor opción. La primera opinión de la gente es que era un pueblo anticuado, aburrido y sin vida, aunque a mis ojos era todo lo contrario. Parecía sacado de un cuento de hadas, los arboles se adueñaban de cada calle y rincón decorando las aceras de diferentes tonalidades dependiendo de la estación, los edificios de viviendas eran diseñados con ladrillos rojos, el campanario coronaba toda el área central, las tiendas eran pequeñas y pegadas entre si. La belleza se aprecia dependiendo con qué ojos se miren y para los míos aquello era hermoso.

A lo lejos divisé  mi instituto, la música desapareció y la voz de Derek llegó a mí. 

-Estoy eufórico por el primer día de clase, seguro que todos han dejado de ser idiotas.- puso los ojos en blanco.

Derek Stevens, mi mejor amigo desde que tengo memoria. Nos conocimos en primer curso, cuando él era un ser con mucho pelo y una enorme ortodoncia, por alguna extraña razón congeniamos muy bien y nos entendimos al instante, ahora ese pequeño niño era un chico de 17 años de cabellos rizados y metro ochenta de altura con la sonrisa más perfecta del condado, algún día ganará un premio por eso.

-A mi también me alegra verte de nuevo.- 

Entonces sus brazos me envolvieron y sentí su fuerte perfume en la punta de mi nariz.

-¿Cómo has estado, Betty? Ha sido un largo verano.- me preguntó

-Bien, ya sabes, ayudando a mi madre, con mis primos, he visto a mis abuelos, me leí la mitad de la biblioteca y he hecho una lista de todas las películas que he visto, las he catalogado y todo.- sonreí.

brisas de luzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora