LAS ESTRELLAS ME LLEVARON HACÍA TUS OJOS

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BETTY POV

Cuando abro los ojos todo esta oscuro.

Intento agudizar mi visión para poder coger mi móvil y saber la hora. Lo enciendo y puedo ver que el reloj marca las diez y cuarto de la mañana. Me levanto lentamente y subo mi persiana, la luz entra en su máximo esplendor y enseguida mis ojos se acostumbran.

Bajo las escaleras y me dirijo a la cocina, un dulce olor a canela me da la bienvenida.

-Buenos días, Betty.- me saluda mi madre.

-Buenos días, mamá. ¿Qué hay para desayunar?.-

-Tortitas de avena con canela, hoy me he levantado inspirada.-

Cojo un plato y me pongo las tortitas junto a un vaso de zumo.

-¿Hoy es la famosa fiesta verdad?.- me pregunta.

-Sí, el gran día.-

-No te veo muy animada.- 

-Por supuesto que lo estoy, mamá. Pero entendería completamente que no me dejaras ir, seguramente habrá mucho alcohol, jóvenes borrachos y que no te extrañe que la mercancía este suelta.- le contesto.

-¿La mercancía?.- me mira con sorna.

-Sí, ya sabes, la droga.- susurro.

-Betty, he ido a más de una fiesta para saber que ocurre ahí. Estoy bastante tranquila, confío en ti, eres joven debes salir y divertirte, conocer gente, saber cual es el sabor de una cerveza.- 

-Servicios sociales podrían quitarte mi custodia por esto.- 

-Puedo vivir con eso.- se ríe.

Después de desayunar vuelvo a subir a mi habitación, enciendo la música y me pongo a ordenar mi cuarto. Al rato me llega un mensaje de Olivia.

"En mi casa a las seis de la tarde. Se puntual"

Le contesto afirmando mi presencia y continuo con mi mañana. Me cambio de ropa por algo más cómodo, leo, me ducho, ayudo a mi madre, llamo a mis abuelos y cuando lo acabo todo me siento en el borde de mi ventana y respiro lentamente.

Me pone nerviosa ir a la fiesta, sé que habrá mucho gente y sé que la mayoría de ellos y ellas me miraran, me juzgaran y hasta se preguntaran por qué una chica como yo ha ido. No debería importarme lo que piensen, tengo amigos que me quieren, una familia maravillosa y una autoestima que he ido intentado construir con el paso del tiempo, pero se me hace inevitable. Me siento observada con una lupa, cómo si sus ojos pudieran meterse dentro de mí y saberlo todo, me siento como una herida abierta a la cuál todos y todas tienen acceso.

Siempre me he sentido tan vulnerable en ese sentido, las palabras de los demás se me meten dentro de mi como agujas, marcan mis acciones y eso me molesta, no quiero ser así, no quiero ser una persona que dependa de las opiniones de las personas de fuera, no quiero dejar que hacer las cosas solo por el que dirán, pero es algo que vive dentro de mí. Una pequeña vocecita que me susurra lo que pueden estar pensando esa gente que me ve desde fuera y lucho cada día contra ella.

Cada mañana, desde que era pequeña y mi abuelo me dijo que la positividad es muchas veces lo que nos mantiene en pie, me levanto y pienso en las cosas buenas: que veré a mi madre, a mis amigos, que podré hacer algo nuevo o simplemente disfrutar de las pequeñas cosas, muchas veces lo importante no es qué ves si no con qué ojos lo estás viendo. Intento vivir mi vida valorando lo bueno porque lo malo siempre esta ahí, en un pequeño rincón de mi cabeza.

-¡La comida ya está lista!.- grita mi madre.

Bajo las escaleras y me encuentro la mesa vacía.

-¿Y la comida?.- pregunto.

brisas de luzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora