VER TU CIELO

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BETTY POV

Los días de la semana avanzan uno tras uno, como fichas de dominó que no pueden evitar caerse tras el impacto de la otra.

Cada día es una copia del anterior; me levanto, desayuno, me visto, voy al instituto, presto atención a cada lección que el profesorado explica, apunto cada dato útil que escucho, como con Derek y Olivia, llego a mi casa, hago las tareas que tengo pendiente, escucho música, ceno y me dejo llevar por el sueño en cuanto mi cuerpo toca el blando colchón. Todo es igual. Siempre.

Tengo la sensación de que en cualquier momento la monotonía me arrastrará y no me dejará salir, es como estar encerrada en una jaula que yo misma me creo porque pienso que no tengo más opciones, que no puedo ir a por más.

El viernes llega a mí como una brisa de aire otoñal, me levanto de mi cama sintiendo el cansancio por todas las partes de mi cuerpo. Me visto con un mono tejano y una camiseta de rayas, cojo mi mochila y bajo los escalones hasta llegar a la cocina.

Leo la nota que esta sobre la mesa.

"Buenos días, Betty. 

He tenido que salir a la tienda por una pequeña urgencia con el reparto, tienes el desayuno en la mesa. Ten cuidado, te quiero "

Abro la nevera y me encuentro dos pancakes con chocolate y un vaso de leche. Me siento y desayuno tranquilamente, como si la prisa solo fuera un invento de las personas sin relojes. Al acabar, recojo todo y salgo de casa.

Camino, sintiendo cada paso, hoy sopla un leve viento que mueve mis cabellos que no han sido atados en el recogido.

Quince minutos más tarde veo como las puertas del instituto me reciben y me adentro en sus pasillos.

Entro en el aula y me siento.

-Perdona, ¿Pero te sobra un boli?- me pregunta una chica de cabellos azules.

-Sí, claro. Toma.- se lo entrego.

-¿No me has reconocido, cierto?- 

-¿Qué?- 

Me quedo mirando el rostro de la chica, cómo si de un momento a otro sus ojos me fueran a gritar su nombre.

-Emma, soy Emma Coldman.-

-Vale, ahora sí.- le sonrío.

Recuerdo a Emma, compartimos todas las clases de física durante cuatro años y nos saludábamos cuándo nos cruzábamos a la salida de historia del mundo contemporáneo, pero en aquel momento su cabello era rubio ceniza. 

-Ha sido el pelo, perdona.- le comento.

-No te preocupes, ya me ha pasado más de una vez.-

Pienso en entablar más conversación y ver cómo me desenvuelvo.

-¿Qué te ha llevado a tal cambio capilar?- le pregunto.

Me mira extrañada pero gratamente sorprendida.

-Verás, hay momentos en los que una chica entra en una crisis existencial, dónde solo quiere hacer una locura que le haga cambiar su vida y su manera de verla. Así que decidí que una buena manera de hacerlo sería con mi pelo. Ahora lo veo todo de una manera más abstracta y artística.- se ríe de su propia anécdota.

-Vaya, me parece un gran plan.-

La profesora Amelié entra en ese mismo instante cortando cualquier conversación creada en el aula. James entra de improvisto, saluda a la clase y se vuelve a sentar detrás de mí.

La clase es interesante, hablamos de la literatura y su evolución durante las épocas, la concepción personal y cómo sigue afectando actualmente.

Luego llega matemáticas y me paso toda la clase siguiendo cada palabra y número que sale de la boca del profesor Stuart, pero por mucho que me esfuerce no relaciono la explicación con los apuntes y acabo pensando cuáles son mis opciones laborales si decido no cursar matemáticas.

brisas de luzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora