ENREDARME EN MIS MALES

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JAMES POV 

Mal.

Desde aquel momento en que mi cuerpo entró en el edificio del instituto todo había ido mal, si es que ya se podía ir peor.

En el momento en qué mis padres me sacaron del curso a mitad de año sabía que el pueblo iba a hablar, a comentar, a tener que decir algo incluso cuando no saben nada. Así es la gente, se cree con el derecho de opinar sobre tu vida para hacerse oír, cuando en realidad a nadie le importa si estás bien o no.

Era mi último año así que marcaba cada día del calendario cómo si estuviera esperando el final de algo importante, pero yo solo esperaba en principio de mi ansiada libertad.

Llegué a primera hora de la mañana al instituto para mantener una charla con el director sobre la importancia que tenia que me volviera a insertar correctamente a mis estudios y a mi relación con mis compañeros. Totalmente una idiotez, la mitad de los estúpidos no tardarían en hacerme la pelota solo para entrar al equipo de rugby y la otra mitad me escogería rey del baile solo por no ir en mi contra.

-Buenos días, James. Es un placer tenerte de vuelta por estas aulas.- me saluda el director Pierre.

-Buenos días, Director.- 

-¿Cómo te encuentras?- 

-Fantásticamente.- contesto.

-Me alegra oír eso, sé que has pasado por temas delicados durante los últimos meses...-

-Preferiría no entrar en detalles y que el tema no saliera de aquí.-

-Oh si, claro. Lo entiendo perfectamente.-

Nos quedamos callados.

-Bueno, lo que quería decirte es que queremos que te insertes perfectamente al nuevo curso, ya que estará lleno de fuertes emociones y conllevará muchos esfuerzos por parte de todos.- me dice.

-Sí, comprendo. Me mantendré a las alturas de lo esperado.-

-Lo sé, James. Pero quería decirte que si en algún momento necesitas algo, todo el personal del profesorado estaremos para ayudarte.-

-Muchas gracias.-

El timbre empieza a sonar e interrumpe la conversación.

-Que tengas un buen día.- se despide de mí.

-Igualmente, señor director.-

Cuando salgo del despacho me tomo un momento para respirar profundamente, sé que me encontraré con miradas de sorpresas y susurros, es algo a lo que me he preparado mentalmente pero aún así cuesta.

Me encamino por el pasillo dirección a mi clase, primera hora con la señorita Amelié. Al entrar noto decenas de ojos parados en mi, como si quisieran verme hasta el alma y sentir cada una de mis emociones.

-Ey James, me alegro de verte.- me saluda un chico de ojos verdes.

-Un placer tenerte de vuelta, amigo.- oigo decir a otro.

Y así me empiezan a saludar diferentes voces. Cuando levanto la vista veo un asiento libre al final de la clase y decido ir para allá a paso rápido, con la mala suerte de tropezarme con una mesa.

-Perdona.- le digo a la chica.

Cuando levanta la vista veo que se trata de Betty Thompson, puedo verle perfectamente sus ojos café y las tímidas pecas que bañan su rostro.

-Tranquilo.- me responde.

Me siento detrás de ella y puedo ver su enorme mochila amarilla ocupar el respaldo de la silla. ¿Quién trae una  mochila así?

El día pasa lentamente y deseo con todas mis ganas que llegue la hora de comer. Escucho todo lo que dicen los profesores pero no me hace falta apuntarme nada, todo se me queda grabado.

El timbre suena por fin y me voy al comedor. Cuando entro puedo ver la piel chocolate de Ethan, mi mejor amigo. Cojo la bandeja y me voy a su mesa.

-¿Qué tal el primer día de clase?- me pregunta.

-Una mierda, el director me ha pedido que llegue antes solo para tener una charla de ánimo antes de empezar, lo cuál le ha salido de pena.-

-Al menos pone intención.-

-¿A ti cómo te ha ido?- pregunto.

-Bien, las clases no han estado mal. Me he pasado las horas apuntando todo lo que decían y viendo a Augustine dibujar un jardín en su mesa.-

-¿Dibuja bien?-

-Esa chica podría ser artista si así lo desea.-

Empezamos a comer cuándo llega Edward emocionado a nuestra mesa.

-Este sábado fiesta en mi casa, no podéis faltar.- nos suelta.

Lo que menos me apetecía en el mundo es acudir a una fiesta.

-Claro, cuenta con nosotros.- le dice Ethan de golpe.

-Genial, os veo allí.- y Edward se marcha.

Le lanzo una mirada gélida a mi amigo.

-¿A qué ha venido eso? Sabes que no me apetece ir.-

-Por eso mismo, nunca haces nada, te encierras en tu cuarto. No quiero ver como mi mejor amigo se cava su propia tumba. Vamos, aunque solo sea una hora.- 

-Solo una hora.-

-Vale, vale.-

Seguimos comiendo y hablando de cómo vemos el curso, los partidos del equipo y los nuevos jugadores elegidos por el entrenador.

Después de un rato nos despedimos en la puerta, cojo mi patinete y me voy a casa.

Cuando llego subo los escalones rápidamente y entro en mi habitación, me tumbo y empiezo a pensar en toda mi vida, pasado, futuro y presente.

Abro la ventana y enciendo un cigarrillo, observo el pueblo desde lo alto de mi ventana. Realmente este pueblucho no tiene nada que ofrecer, son todo un montón de calles viejas y descuidadas, personas mayores que dan de comer a las palomas y críos molestos que no paran de gritar, no hay nada especial. 

La vida es así, dura y sin nada que ofrecer. Pones tus esperanzas o creencias en algo y luego en el momento en qué ese algo se derrumba, tu te derrumbas con el porque ya no sabes a que aferrarte para seguir de pie. Solo te tienes a ti mismo y ni siquiera tu puedes crear tu vida porque se vera interrumpida por las acciones que otros hagan. Todo es una mierda sin sentido.

Me acuesto en mi cama y me pongo la música esperando la llegada de otro día de oscuridad.

brisas de luzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora