𝐂𝐚𝐩í𝐭𝐮𝐥𝐨 𝟏𝟎

6K 633 176
                                    

𝑷𝒂𝒓𝒕𝒆 2/2


Tal vez Sukuna no había sido consciente del desastre que había provocado, a lo mejor, esa cruel faceta que le mostraba a los demás había tomado posesión de su cuerpo en el momento equivocado... Con la persona equivocada.

Cuando regresó en sí, visualizó con su mirada rojiza y confundida el pequeño cuerpo de Fushiguro echo un ovillo, preguntándose en su interior la razón por la cual temblaba y se arrimaba en una esquina como un perrito asustadizo, mirándolo con los ojos cargados de lágrimas.

No, no lo entendía.

Tampoco comprendía porqué cuando dió un corto paso hacia el frente y extendió sus brazos para rodearlo y murmurarle al oído que todo estaría bien, este simplemente se pegó a la pared todo lo que le permitía; deseando traspasarla sólo para que el pelirosa no lo tocara. Ante su acto, Sukuna enmudeció, quedando estático en su lugar al ver como su pequeño hacía lo posible por fusionarse con el concreto a sus espaldas.

Entonces miró el hueco en la pared, bajando lentamente hacia el ardor que venía de sus rojos y lastimados nudillos, con un poco de sangre saliendo de ellos, fue ahí cuando cayó en cuenta de lo que pasaba.

Cada una de las largas pláticas que había tomado con su psicóloga para calmar a la bestia presa en su interior, se habían ido a la borda con el simple hecho de oír el nombre de su rival salir de los labios de su gummi. Un error que pagaría con creces más adelante, si es que no lo estaba haciendo desde ahorita.

Una risa seca, carente de felicidad, salió de él y negó a la vez que apretaba los puños. Megumi temió por sí mismo, viendo como estos se iban marcando, pensando que esta vez lograría el objetivo de hace cinco minutos. Pero que equivocado estaba, porque no sabía que ese Sukuna que le mostró su verdadero ser, aquel que luchó por esconderlo de Megumi, ahora mismo se derrumbaba por dentro, no pudiendo soportar que su pareja lo mirara con terror.

Con el pesar carcomiendo su ser, se apartó tres pasos hacia atrás para dejarlo respirar, sabiendo que su cercanía lo sofocaba.

Derrepente, como una bala en el pecho, el ambiente había cambiado, ya no había un aura de amor rodeando sus cuerpos; una relación que había sido la envidia entre muchas parejas, ahora sólo se sentía como el clima de afuera; el obscuro cielo de la noche lloviendo a cántaros se trataba de Megumi y las lágrimas que caían por sus mejillas, mientras que Sukuna era un fuerte roble que había sido difícil de podar durante los años, pero que en esa noche, el viento que con fuerza corría se encargó de arrancarlo desde la raíz para derrumbarlo como si nunca hubiese tenido importancia.

—Megumi. —Murmuró con suavidad y Megumi no aguantó derrumbarse en llanto, porque ese tono le recordaba a las veces en las que lo llamaba cuando ambos perdían el tiempo en su departamento, siendo cubiertos sólo por una delgada sábana e iluminados por el brillo lunar que se colaba en su ventana.

Parecía que para el destino no era suficiente con que Sukuna dejara en libertad su verdadera identidad a ojos de la única persona que le importaba, querían verlo sufrir, que lo poco que le quedaba de corazón se destrozara por completo, y lo lograron cuando el azabache se deshizo en llanto. Megumi era su debilidad y verlo echo añicos le rompió el alma, nunca en su vida soportó ver una lágrima correr de sus mejillas y, ahora mismo, estas parecían no tener fin.

El pelirosa añoraba por tocarlo, colocar sus brazos alrededor de su cuerpo y atraerlo a él para pedirle un sinfín de disculpas, sin embargo, cada vez que intentaba dar un paso al frente podía notar el temblor en su cuerpo, oler su miedo, por lo que optó disculparse desde la distancia, agregando —no muy convencido— que pronto todo se iba a solucionar y volverían a ser la feliz pareja de siempre.

𝐏𝐎𝐒𝐄𝐒𝐈𝐕𝐎; 𝑺𝒖𝒌𝒖𝑭𝒖𝒔𝒉𝒊Donde viven las historias. Descúbrelo ahora