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Uhm, otra vez está sensación, la ansiedad es mí peor enemiga.

Detesto el deseo que surge de pronto, cuando nadie más se encuentra a mí alrededor, cuando las sonrisas se desvanecen. Cuando las luces se apagan y la cámara es dejada atrás.

Odio sentirme de dicha forma, la frustración en su máxima expresión al ver que mis esfuerzos no son suficientes, que carezco de personalidad.

—Solo es una niña llorona.

—¡Eunbi!

—Es cierto, todas aquí lo sabemos, pero ustedes fingen no darse cuenta.

Cierro los ojos para no llorar, mí pecho se oprime al oírlas discutir a pesar de que abandoné la sala de estar hace unos cuantos minutos.

—No pienso mimarla, aquí todas nos hemos esforzado, ¿por qué debería caerle todo del cielo? —tristemente el departamento era bastante pequeño— Están muy equivocadas.

—Eunbi regresa, no terminamos de hablar.

—Ya dije todo lo que tenía para decir. Ve y concientela Sojung, que nunca se supere así misma.

—¡Hwang! Maldición...

Mis labios temblaron, mí cuerpo comenzó a reaccionar y sin pensarlo mucho, corrí directo al baño privado que contenía nuestra habitación.

Caí rendida sobre mis rodillas, repitiendo una y otra vez lo que ya sabía.

“No eres suficiente.
Debes mejorar.”

Introduje dos de mis dedos hacia el fondo de mí boca y en cuanto estos rosaron la campanilla lo supe, soy débil ante la maldita presión.

¿Soy tan poca cosa como para poder llegar a ser una celebridad?

Me adentre a la cama, cubriendome con las colchas mucho antes de que fuera más tarde, no quería discutir con ella, no por miedo, más bien por vergüenza propia.

Se muy bien cuál de las dos ganaría, no por fuerza, más bien por confianza y seguridad.

Cerré los párpados, no quería llorar, no pensaba hacerlo.

Las disculpas nunca fueron lo suyo y valla que sabe dejarlo bien en claro

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Las disculpas nunca fueron lo suyo y valla que sabe dejarlo bien en claro.

Su indiferencia no es mucho mejor que sus duras palabras no comedidas.

—Dejala ser, suele ponerse idiota. —aprecie la bella sonrisa de Yerin a mí lado— Pero eso tú ya lo sabes.

—Gracias unnie... —me fuerzo en sonreír, repleta de timidez debido a lo que planteo la mayor anoche.

¿Soy una carga para ellas?

La realidad es que también lo pensé en algunas ocasiones pero quise alejar y disipar esos argumentos de complejos interiores.

A veces me arrepiento de la desición que he tomado, quizás hubiera sido mejor nunca antes haberme enlistado en la agencia.

Pero el sueño de cualquier niña coreana es ser un ídolo. Excepto el de una no visual.

—Yerin ven y ayúdame a cocinar, el mánager tardará en llegar.

—¿Pero no está Bi contigo?

—¡Unnie dice que voy a quemar algo! —la de fleco suspiró para negar y voltear.

—Deja de quejarte y pon los platos enana. —la queja aguda de la menor también se hizo oír.

—Me iré, Yewon-ah, no pienses demasiado en lo de anoche. —froto mis brazos con sus manos para poder adelantarse rumbo a la cocina.

Me encamine directo hacia la ventanilla, a observar la fresca mañana de las calles de Seúl. Los autos y peatones transitando con normalidad, cada quién a su labor, algunos conformes y otros tal vez no con su rutina. Pero de seguro que todos satisfechos con sus desiciones.

Yuna se encontraba con sus auriculares puestos escuchando música a todo volumen mientras mantenía sus ojos cerrados, sobre el sillón a la espera del desayuno, al margen de todo y todos.

Las carcajadas de las tres mayores del grupo se hicieron escuchar con gran ímpetu desde el pequeño espacio al que denominamos cocina.

Eunbi reapareció ante mis ojos, cubierta por una bata de baño y una toalla a juego sobre su cabeza, para terminar de cerrar la puerta del baño detrás suyo con su mirada puesta en mí.

Sonreí, pero solo volteó su cuerpo para seguir de largo hacia nuestra habitación. Desgraciadamente, nos tocó compartida.

Siempre supe que era el mal tercio del sexteto. Pero nunca hubiera deseado asumirlo tan pronto.

No puedo asegurar porque mí relación con ella no es buena, de hecho, creo que desde la primera vez que nos vimos hubo un repelo de ambas partes. Tampoco es como si fuera la mimada del grupo, no lo considero así, las chicas mantienen una relación cordial por mera costumbre; y es que no hace mucho fue el debut. Aún seguimos en proceso de conocernos íntimamente unas con otras.

Aprecie como Yuna se quitó un audífono para ponerse en pie y dirigirse a un lugar en concretó. El departamento comenzó a desprender un aroma riquísimo que no podría pasar desapercibido para nadie, el desayuno casi se encontraba listo.

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