Me cansé de escuchar las llamadas de atención por parte de Namjoonie y Jinnie oppa, las palabras de consuelo de Rinnie, Sojung y Adora. Pero lo que más duele es el semblante de preocupación en los rostros de mamá, papá y mí hermano mayor; porque aunque lo oculten detrás de cada video llamada, soy muy consciente de que ahí está, el verdadero sentimiento.
Duele en el alma porque se cuanto sufren y oran por mí, día con día, anhelando por mí bienestar, sobre guardando mí fe y las creencias que ellos mismos inculcaron y fui yo quien regó con paciencia, deseando ver los frutos algún día.
Pero eso día parece tan lejano. Nunca he culpado a Dios de nada, reconozco su cuidado y el amor que me brinda en cada instante, a pesar de los malos comentarios, no reniego de mí apariencia, se que algo mejor trasciende de está.
Pero me desiluciona un poco ver lo frágil que puedo llegar a ser ante la presión ejercida sobre el camino que decidí tomar.
“Si no te sientes a gusto, siempre puedes volver.”
“Aquí estamos para ti, pequeña hermosa.”
“No dejamos de darle tantas gracias a Dios por la preciosa semilla que nos brindo, la misma que algún día de estos, florecerá y será la más hermosa de todas las rosas en el rosal.”
Sus palabras son aliento, consuelo y vendas. Me obligan a doblegar rodillas y seguir creyendo en ti.
—Por favor, no me dejes caer... —susurre, rendida a cada lágrima— prometiste acompañarme en todo tiempo, y en mí debilidad, tu te haces fuerte.
Soy más que débil, soy un alma quebrada cada día en pedazos por sus inseguridades, por sus persecuciones. Por sus perseguidores de rostros y voces desconocidas, pero de duras, claras y sinceras posturas.
—Eres mí esperanza, dame las fuerzas que no poseo. Gracias, amén. —abro mis ojos para poder limpiar mis mejillas y enderezar mí postura, terminando por sentarme sobre la cama.
Quisiera alguna señal mágica, pero se que las cosas no funcionan así, todo es en base de esfuerzo y dedicación.
La puerta se abrió de golpe y voltee encontrándome con el semblante serio y desganado de Eunbi.
—Baja a desayunar, el día será largo y necesitas energía para cada promoción. —dicho esto, se alejó, cerrando la puerta detrás. Una tonta sonrisa se poso en mis labios.
Su mecanismo de defensa es ser fría, quizás porque no suele fiarse de palabras bonitas o promesas sueltas con facilidad.
—¡Espera! —me apresure a seguirle, captando su atención antes de bajar por las escaleras.
—¿Qué? —nuevamente, su timbre demandante me reprime. Baje la mirada para llenarme de valor.
—Quiero que seas honesta conmigo. —asintió con un gesto sobre sus labios— Se que no le odias, pero es un hecho que me tratas diferente a las demás. ¿Por qué te caigo mal?
—No es que me caigas mal, pero me desagrada tu comportamiento. —bufo reprendiendose así misma— Mira, me has pedido que sea honesta contigo. Pues bien, lo seré. —se cruzo de brazos para verme con seriedad— Actúas como una niña pequeña, ambas tenemos la misma edad, así que no es excusa alguna. No puedes verme a los ojos y eso me molesta, sueles actuar como si nada, porque eres condescendiente con todos los que te rodean y en serio me irrita. Porque no pareces tu misma, no se quien eres y entonces tampoco como debería tratarte.
—¿¡Niñas qué esperan!?
—¡La comida se enfría! Y si se tardan más, Bi se comerá todo.
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Celebrity
ChickLitCuando piensas que los reflectores y buenas producciones recalcan la gloria eterna, caes en un supuesto bastante erróneo. La gloria no es para nada eterna, mucho menos vivas. Bienvenidos a la caída más realista de todas, la gloria solo es finita y f...