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Si pudieras predecir todo de antemano, sería un grato regalo pero clara evidencia de que no estarías vivo.

A pesar de ello, admitamos por un segundo que puedes detener tus propios pensamientos y sentimientos a voluntad, que puedes controlar todo de la manera  que quisieras, ¿qué haríamos con ese don?

—Min deja de soñar despierto. Necesito que reacciones y te lleves el paquete ya mismo. —acate a la orden del superior, quien no tardó mucho en dejar las cajas sobre mis manos de mala manera— Estos muchachos de ahora, no se toman nada en serio...

Viejo de mierda.

Tomé el casco para utilizarlo antes de subirme a la moto, asegure las dos cajas en la parte trasera y me posicione encima de está para emprender el viaje luego de leer el destinatario en la boleta.

Mí sueño es hacer música, no pasearme por las calles principales de Seúl en una vieja y usada motocicleta que suele descomponerse siete de cada diez viajes.

Lastimosamente, los sueños a veces son difíciles de alcanzar si provienes de una familia disfuncional y de un pequeño barrio de otra ciudad olvidada. La capital no era como imaginé, era mucho más despiadada.

Todos los deseos conllevan un precio, una fuerte responsabilidad que cala con profundidad, incluso a veces suele profundizar más allá de tu piel y decaer en tus huesos.

Estacione la moto luego de unos treinta minutos, cuando mí celular comienza a sonar y a duras penas lo saco del bolsillo trasero del pantalón.

—¿Si?

—Yoon, ¿a qué no sabes quien tiene buenas noticias para ti?

—Hoseok, estoy trabajando. —replico de mala gana para quitar el casco de lo cabeza, el sol reina destellando con voracidad esta tarde.

—No seas aguafiestas, te dije que ese trabajo es insalubre. Uno de estos días... —rode los ojos al escuchar la misma cantaleta de siempre, mientras desajustaba el seguro a las cajas— Oye, no seas terco y escúchame, podrías tener un accidente y ese viejo no se haría responsable de tu factura médica.

Mí teléfono volvió a sonar, era un mensaje del rey de Roma. Creó que estaré en problemas si no entrego el paquete ahora mismo.

—Hoseok lo siento, pero no puedo hablar ahora.

—No me cortes, Yoon... —observe el edificio en frente de mí, con un nombre recalcado a un costado sobre piedra; “source music.”

—Yo te llamo. —di por finalizada la llamada y me apresuré a tomar las cajas para adentrarme al edificio.

Debo admitir que si por fuera no llamaba tanto la atención, por dentro seguía manteniéndose humilde pero acogedor.

Me acerqué hasta un recepcionista para poder hacer entrega de los paquetes, pero no era más que el muchacho de limpieza. Aún así no dudo en ubicarme en el espacio para que pudiera llegar hasta la oficina del señor Kim.

Fue imposible no sentir un poco de envidia por los trainers de la empresa, pues por más pequeña que fuera me gustaría poder trabajar dentro de la productora.

—¡Deja de fingir algo que no eres maldita sea! —unos fuertes gritos me impidieron avanzar con tranquilidad— Si no crees estar preparada para esto hubieras dejado la empresa desde un principio.

Observe como una muchacha de estatura pequeña atravesó el pasillo corriendo a gran paso. No suelen importarme los asuntos de los demás, pero debe ser verdaderamente estresante lidiar con la presión de una agencia sobre ti todo el tiempo.

Seguí con mí recorrido sin más y al final di con la puerta del agente Kim. Golpeé dos veces y este me dio el pase.

—Lamento la demora. —me disculpo por respeto y deseando que no se quejé con el viejo.

—Descuida, el tráfico está terrible. —sonrió despreocupado para abrir una de las cajas y toparse con vestidos de colegialas— Muy bien, te lo agradezco.

—Disculpe, pero debe pagarme. —comenzó a reírse de una forma peculiar por su descuido para acercarse hasta su escritorio y tomar el dinero.

—Aqui tienes, muchas gracias. —incline levemente la cabeza en forma de saludo para comenzar a contar los billetes mientras el mayor comenzaba arreglar su cabello.

—Perfecto, que tenga buen día. —cite el eslogan de cualquier trabajador para voltear e irme cuando esté seguía observando su reflejo en un espejo de mano que poseía.

Tipo raro...

Me encaminó de regreso sin darme cuenta que tome mal las escaleras y termine en otro piso diferente del subsuelo. Mí teléfono sonó, rasque mí nunca fatigado para observar los chats de KakaoTalk.

Hoseok tan insoportable como de costumbre con sus stickers por lo cual ignore su chat silenciado y fui directo al de Jungkook, el hijo del viejo Jeon.

“Hyung necesito tu ayuda, es urgente!!!”

—¿Qué demonios abrán hecho ahora? —tecleo con el ceño fruncido cuando escucho unos ruidos extraños que captan mí atención.

Sin duda alguna, esos ruidos provenían del cuarto de baño, y eran claras arcadas.

No te metas, no es de tu incumbencia.

Cuando estaba a punto de voltear la puerta se abrió, y una pequeña niña salió de está con una coleta alta, mejillas sonrrosadas y ojos inchados. Cabizbaja se adelantó pero antes de continuar, sorpresivamente, habló.

—Disculpe, ¿está perdido?

—Disculpe, ¿está perdido?

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