1. El Destino de Jacob

11 3 0
                                    

La noche llegó muy rápido. Jacob se encontraba sentado en una banca de madera, mientras Jack oraba sin parar ante el cristo. Emily se hallaba sentada en el piso al lado de Oliver; quien no le quitaba la mirada de encima a Jacob.

De pronto, el cielo se tornó rojo nuevamente, y la lluvia de sangre no tardó en caer. Jack se levantó, y se dirigió a uno de los ventanales.

—¡Ha comenzado!

—¡Bien!, es hora de conocer los límites de William.

—Es la muerte, Jacob. Por eso no debemos interferir. Lo haces todo más difícil, por tu arrogancia.

—Ya le dije, Padre. Un muerto no me va a dar órdenes.

—Ya veremos...

El exterior de la iglesia se veía completamente rojo. La sangre corría por las calles como un río crecido. La lluvia había incrementado, y la luna parecía moverse como una bola de fuego, deslizándose por el cielo carmesí. Era un escenario luctuoso.

Jack sacó del interior de su túnica, el crucifijo plateado con el cristal azul, que le había obsequiado aquel sacerdote exorcista. Estaba seguro que estaría cara a cara con la muerte esa noche. Así que debía estar preparado.

—Quisiera saber por qué Jacob está vestido así —dijo Emily—. Es como si estuviera ocultando algo. Aparte de eso... apesta.

—Si yo me viera como él, también me ocultaría. Es un viejo asqueroso.

Emily soltó una carcajada repentina.

—¿De qué se ríen los tórtolos? —preguntó Jacob, acercándose a ambos.

—¡De nada! —respondió Emily.

—Emily; hubiéramos sido una hermosa pareja —dijo Jacob, mientras rozaba su cabello con el cañón del revólver.

—¡Déjala en paz! —exclamó Oliver.

—Shhhh, silencio. Tú no eres nadie, Oliver. No tienes nada que ofrecerle. Yo sí.

De pronto, las bombillas de la iglesia comenzaron a estallar, y los asientos de madera se abrieron en dos. Solo los radiantes faroles del exterior, iluminaban a través de las ventanas.

—¿Qué está ocurriendo? —preguntó Oliver.

—No quiero que se levanten —dijo Jacob, retomando su posición.

Jack observaba todo el entorno, sorprendido por lo que acababa de presenciar.

—¡Está aquí!

—¿A dónde? —preguntó Jacob.

—Ha venido por ti.

Jacob tomó al sacerdote del brazo y lo apuntó a la cabeza.

—¡William! Aquí me tienes. ¿Quieres jugar?

—No lo retes, Jacob.

—¡SILENCIO, VIEJO IMBÉCIL! William, si vienes por mí, también deberás llevártelo. ¿Me escuchaste, William?

Luego, se percibió una voz demoníaca.

¡Cumple tu promesa, Jacob!

—¡No hay promesa, William! Jamás la hubo. No tienes potestades sobre mí.

Hoy será tu final, Jacob. Fuiste advertido.

—¿Dónde estás, maldito? Muestra tu rostro.

De pronto, la sombra de William apareció en la puerta de la iglesia.

—¡Oh!, ahí estás... —exclamó Jacob—. Ven por mí, si tienes el valor.

—Jacob; por favor, haz lo que te pide. No te cuesta... —dijo Jack.

—¡Te dije que cerraras la maldita boca!

William comenzó a caminar hacia ambos lentamente.

—¡Papá! —exclamó Emily, levantándose del suelo.

—¡NO TE ACERQUES, EMILY! Por favor, quédate donde estás —dijo Jack.

—Mi padre. Mi maravilloso padre. ¿Qué te hicieron? —expresó Emily.

Oliver se levantó y la tomó de los hombros.

—Yo siempre te amé, padre. No quiero verte así.

William observó a Emily, y sonrió parcialmente. Su rostro estaba pútrido, y tenía los dientes repletos de gusanos. Luego, siguió caminando hacia el lugar donde se encontraban Jacob y el sacerdote.

Solo tenías que cumplir... —dijo William a Jacob.

—¡Oblígame!

El cadáver putrefacto de William se abalanzó sobre ambos, mientras lo cubría un inmenso manto negro. Luego, los cuerpos de Jack, y Jacob, quedaron tendidos sobre una mancha oscura con coágulos de sangre. Sus ojos estaban totalmente blancos. Ambos habían perecido.

Emily y Oliver se vieron por un instante, y luego corrieron al sitio. En cuanto observaron los cuerpos, quedaron atónitos.

—¿Qué sucedió? —preguntó Oliver.

Tumbas Despiertas (Novela)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora