PREÁMBULO

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12 de Octubre de 2030

Londres, Inglaterra / Distrito de Hallmore

El Cementerio Grassed Park en Wilwood, es el epicentro de un funesto evento denominado como "Tumbas despiertas". Ese macabro acontecimiento, lo convirtió en un sitio luctuoso. Los habitantes del Distrito de Hallmore cerraron este lugar para siempre, luego del suceso más lúgubre que puedo haber presenciado Londres.

Siete años antes, William Foster de 49 años; un hombre alto, de cabello rojizo, y ojos verdes, se encontraba dentro de la bella iglesia de Wilwood. Oraba como de costumbre, esperando que sus plegarias fueran escuchadas.

—¡Dios! Hoy nuevamente clamo por tu ayuda. Tengo muchos años sin saber de mi pueblo natal. Necesito regresar a Folhere. Es mi única petición en estos momentos.

Mientras William fijaba su mirada en un cirio rojo que resplandecía como ningún otro, llegaban a su memoria las imágenes de la última vez que estuvo en su amado pueblo.

...

—No quiero ir, mamá. Por favor, no me dejes ir —suplicaba William a sus doce años, mientras su madre volteaba la mirada.

Ella lo amaba; pero ante la circunstancia, no podía tomar decisiones. Solo debía dejarlo ir, pese a que sabía que lo tratarían como un simple sirviente.

Jacob Allen; un joven de veintitrés años, robusto, y de cabello rubio, sostenía muy fuerte el brazo del chico. Sus intenciones eran terribles. Él se especializaba en comprar jóvenes para usarlos como servicio. Se aprovechaba de las personas de bajos recursos, ofreciéndole grandes sumas de dinero por sus hijos. Sus padres eran personas muy influyentes en Londres, y poseían innumerables empresas.

—No se preocupe, su hijo está en buenas manos. Lo regresaré nuevamente con usted en cuanto termine su propósito —dijo el hombre con un tono irónico.

Un jovencito caucásico de once años de edad, de nombre Alan Betcher, llegó hasta William con un pequeño muñeco de madera. Luego, se lo entregó en su mano derecha mientras cerraba sus dedos.

—Te lo obsequio, William. Sé que algún día regresarás a tu casa.

William sacó de uno de los bolsillos de su pantalón, una pequeña piedra pintada de colores.

—Yo te regalo esto para que no me olvides, amigo.

Se abrazaron, y luego fueron separados por Jacob; quien haló bruscamente a William de su brazo.

Las lágrimas de William comenzaron a brotar sin parar, mientras sus dos seres queridos se perdían en la lejanía.

...

—Quiero otorgarte algo como obsequio para que cumplas mi petición —expresó William, mientras sacaba de la bolsa de su gabardina, una pequeña flor que había cortado en nombre de su madre y, que por un tiempo prometió guardarla hasta que llegara el momento propicio. Se acercó al altar, reclinó su cabeza, y ubicó la flor sobre él—. Confío en ti...

De pronto, escuchó un ruido que lo sacó de su momento de plegaria; provocándole un gran susto. Así se levantó rápidamente y volteó para ver de qué se trataba.

—Tranquilo, William. ¡Soy yo! —dijo un sacerdote de nombre Jack Brown.

—Padre; me ha dado un susto de muerte. Casi se me sale el corazón —dijo William con voz quebradiza.

—¿Cómo te vas a asustar, hijo? Esta es una iglesia. Aquí nunca sucede nada. Además, tú eres un buen hombre. No tienes por qué temer —dijo el padre, mientras colocaba su mano sobre el hombro de William.

—¡Por Dios, padre! Yo creí que podía ser un espíritu, u otra cosa peor.

—Eso no es posible en la casa del señor.

—Tiene razón, Padre —dijo William bajando la cabeza—. He venido a la iglesia para suplicar nuevamente a Dios, que me permita regresar a mi pueblo.

—Algún día volverás, hijo mío. Te aseguro que llegará el día.

—Eso espero, padre.

—Ve a descansar un poco, William. Has estado mucho tiempo arrodillado. Veo que tus rodillas te molestan de nuevo. No me engañas, hijo mío.

—Padre; es solo la edad.

—Sí, es posible. Escúchame... sé que tu casa está un poco lejos. ¿Por qué no descansas aquí en la iglesia?

—Padre, no se preocupe. Yo me voy por el camino del cementerio. Créame, es mucho más corto.

—William; no es bueno tomar el camino de Grassed Park a esta hora.

—¡No empiece con eso, Padre! No voy a entrar al cementerio. Solo pasaré frente a él. Hasta mañana...

—Muy bien, hijo... Cuídate por favor.

Eran aproximadamente las seis de la tarde, cuando William decidió salir de la iglesia para regresar nuevamente a su casa. El hombre usó el camino del cementerio, tal y como le había comentado al padre.

William pasó al frente del cementerio, observando las enormes escaleras dobles que formaban parte de su monumental entrada; y una cruz en el centro muy agrietada. Luego, se topó con una pequeña lápida de mármol y piedra fina en el camino. Era extraño que se encontrara afuera del camposanto.

Él se acercó a esta, y con su mano derecha limpió la tierra que cubría la inscripción. De pronto, observó algo que lo dejó sin aliento. El nombre que mostraba esta extraña lápida, era el siguiente: William Foster / 1974 – 2023

—No, no, no. ¡Esto no puede ser! William Foster... Ese es mi nombre, y mi año de nacimiento —dijo el hombre, aterrorizado y observando a su alrededor—. Aquí tiene que estar pasando algo raro. ¡Dios mío!

William soltó la lápida, dejándola caer sobre el piso nuevamente, y corrió con una inmensa desesperación. Luego, el pobre hombre llegó a Wilwood observando hacia atrás en repetidas ocasiones.

Ahora, un misterio se hacía presente. Solo Dios sabe qué, o quién, fue el responsable de la aparición de esa lápida con su nombre a las afueras del cementerio.

Tumbas Despiertas (Novela)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora