Cuarenta y dos.

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Llegué a mi casa, le rogué a mi madre porque me llevara a cortarme el cabello, tenía que ser otra para mí, para creerme que era fuerte y que tu ausencia no me afectaba en lo absoluto, aunque eras todo lo que pensaba en ese momento y en cómo pasaron las cosas, lo rápido que sucedió todo, lo rápido que caí por ti, y lo que me tardaría en levantarme de nuevo.

Al día siguiente ahí estabas, listo para ir al parque de diversiones como toda la escuela, y ahí estaba yo, haciendo mi mayor esfuerzo por no pensar en ti y en pasarla bien a pesar de todo, esa iba a ser mi primera vez en un parque como esos y no quería que ni tú me arrebataras esa sensación.

Llegamos y todos corrimos a la montaña rusa, yo debería haber estado ahí junto a ti, pero no fue así. Me subí al carrito y no te miento, me hicieron falta tus brazos para reconfortarme. Lentamente el carrito avanzó por la cuesta, al borde de caer pensé en ti y en lo aferrada que estaba, tan pronto caímos por el que parecía un precipicio, te dejé ir… así como el viento soplaba demasiado fuerte en mi cara, así como tenía la sensación de volar, así te fuiste poco a poco en cada juego al que me subí ese día, te fuiste de mí con la esperanza de que nunca regresarías.

Mi voluntad flaqueó casi al finalizar el día, me sentí como lo peor del mundo, mis amigas lo notaron y una de ellas me hizo el favor de preguntarte si querías subirte conmigo, como lo habías prometido, gran error “Estoy cansado, lo siento” contestaste con indiferencia, me sentí peor ¿acaso habías jugado conmigo que no te importaba en lo absoluto una absurda promesa, pero bien prometida? Mis oídos no daban crédito a lo que escuchaban, pero así dijiste no, nada que yo pudiera hacer para cambiar tu respuesta.

A la salida nos reunimos toda la escuela en la puerta, te sentaste en las escaleras de la entrada con todo tu grupo de amigos, yo me senté en una jardinera donde podía ver claramente donde estabas. Levanté la mirada y tú también lo hiciste, te sostuve así dos segundos, tu no resististe y la apartaste, me dolió como nunca, tu no eras para mí.

Son largos porque es el final, ya casi.  

Algún día.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora