Quince.

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En una de tus visitas recurrentes a mi salón, comenzaste a jugar con mis manos, como lo hacen los amigos, pero entonces me di cuenta de una cosa: ya estaba perdida. Tan sólo ese acto hacia que sintiera el famoso "calor" subiendo por mis mejillas, no estoy muy segura de haberme ruborizado, pero entonces que alguien me explique como le llamas a esa sensación, y ahora recordarlo me parece bastante gracioso, no sólo por la vergüenza que tenía en ese momento, si no porque verdaderamente comenzabas a gustarme y no hacía nada por detener el sentimiento, parecía que nada podía pasarme

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¡Capítulo matutino! Jaja espero que les guste... Perdonen si me emociono con las leídas, pero me da mucha alegría saber que hay personas que leen mi trabajo, gracias. ❤️

La autora.

Algún día.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora