Veinticinco.

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Me había peleado con mi mamá el día anterior, por mi cumpleaños, estaba a unos días de cumplir 15 y simplemente no era causa suficiente para celebrarlo, discutí de manera tan tonta por eso que mi mamá incluso me golpeó porque era una niña "malagradecida" pero yo solo decía lo que sentía en ese momento. Lloré a mares y no había que me consolara, y ya mas entrada la noche caí en la cuenta de que tú existías, esa vez fuiste mi consuelo Mike, de verdad me llenaste de alegría aunque no hubiera razón alguna, simplemente el recordarte ahí hablándome me ponía feliz, saber que al día siguiente te vería, hizo que la felicidad aumentara, solo había un pequeño detalle, mañana iría al colegio con los ojos hinchados de tanto llorar y lo último que recuerdo pensar fue "no puedo dejar que me veas así". Al día siguiente mis intentos para no verte fueron fallidos porque a primera hora de la mañana te apareciste, me viste y me abrasaste, no solo dejaba que mi nariz se llenara de tu aroma tan dulce como siempre, sino que además me sentía bien, después de todo contigo me sentía bien. Deshiciste el abrazo y te conté lo que había sucedido, me escuchaste y dijiste "no me gusta verte con los ojos así, no puedo" y me tomaste de las manos "están frías" me dijiste y las tomaste de tal manera que entraran en calor. No sé qué me hiciste Mike, pero estoy segura de que ese día estaba más loca por ti que de costumbre.

Algún día.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora