Prólogo

103 6 1
                                    

¿Por qué a veces la vida parece ser tan injusta?
¿Por qué se necesita de alguna forma u otra tanto el afecto recíproco?
¿Por qué no se puede nacer con una autosuficiencia ya obtenida?

Esas tres preguntas paseaban por mi cabeza día tras otro mientras mantenía una constante sin variables en mi vida... nunca me había dado cuenta de lo monótono que podía llegar a ser el estar sumergida en una toxicidad indescriptible.

Realmente, no sé muy bien si hubiese preferido seguir en esas  burbujas o lo que sucedió después... que prefieres tu? Seguir viviendo bajo el mismo tormento tolerable... o pasar un dolor indescriptible bajo una realidad intolerable? Pero liberadora...

No sé cómo mi cabeza viajaba en ese instante a tantas preguntas y cuestionamientos innecesarios, lo único que realmente quería era entender cómo había terminado en este sitio, tan oscuro y sin una mínima pista de alguna salida, no comprendía en que momento había salido del club o si había recibido algún golpe o droga en el trago, ni siquiera era consciente de que tenía las manos atadas tanto que sólo con intentar moverlas me dolía, al igual que mis pies, también sentía que me faltaba el aire, como si hubiese recibido un golpe seco en el estómago.

No hay mucho que expresar del lugar en el que estaba porque en realidad no se veía nada, estaba recostada en una columna, todo se veía gris, como de cemento, y no podía siquiera distinguir un olor o sonido.

Lo primero que se vino a mi mente fue que quizás y solo quizás había vuelto a caer en su trampa, y aquella mentira que descubrí si había sido real, y la verdadera farsa fue la demostración de que aquello no había sucedido así... pero no quería creer eso, quería creer que él no era así, que no sería capaz de mentirme y mucho menos herirme.

Fue entonces cuando escuché una voz que conocía perfectamente, que me traía una cantidad de recuerdos indescriptibles y que vagaba por mi cabeza cada día. Temí en ese momento porque no quería que le hicieran daño y para mi lógica, si esa persona estaba ahí solo podía ser debido a que hubo un secuestro, como en mi caso.

Vi que la pequeña puerta de madera se entreabría y el miedo por esa persona desapareció en el momento en el que empezó a avanzar por el cuarto y se paró frente a mi con una gran sonrisa en la cara, como en una burla, y yo simplemente quedé atónita, no entendía qué sucedía o cómo era eso posible, ni siquiera podía comprender el porqué...

- Es impactante cierto? Es impactante creer que la persona por la que darías tu vida, ahora tiene todas y cada una de las intenciones de quitártela y arrebatártela. -Dijo, aún con una sonrisa en su rostro, y por si había pasado ese gran detalle, estaba grabando cada momento con su teléfono, cómo para tener el recuerdo de la ocasión en que finalmente destruyó lo único real que aún creía que me quedaba. - sé que será imposible de creer para ti aún, ja... como para mi ha sido imposible creer todas las mínimas oportunidades que me destruiste, por si nunca te lo había dicho, te odio, y sí, no es un fantasma, soy yo.

Lo único que pudo salir de mi boca, con las lagrimas corriendo en mis mejillas fue un :

- Tú... siempre fuiste tú...

En busca de mi Saturno Donde viven las historias. Descúbrelo ahora