Nourriture salée

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Comida salada




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Durante sus días en el hospital lo único que realmente odiaba con toda el alma era aquella comida que les daban a todos por igual, siempre tenían horarios diferentes para no dejar desatendidos a los pacientes pero cuando detestaba cuando le decían que era su turno de comer.

En la casa de los Tybur siempre había alguien calificado que cocinaba para todos, no eran platillo muy elegantes como la mayoría solía imaginar pero si eran excepcionalmente buenos.

En cambio tenía que batallar con la comida de hospital para sobrevivir el día a día y no quería ni imaginar como era para los pacientes que ya de por si lidiaban con el infierno en sus cabezas.

- Doctora Briefadel ¿Irá a comer? - la chica pecosa se acercó a ella, se encontraba en la recepción revisando unos papeles.

- ¿Ya me toca? - levantó la mirada encontrando a Priscila asintiendo energéticamente - No tengo hambre, dile a alguien más que tome mi lugar.

- Pero esta muy delgada, debería pesarla - se paso al otro lado del mostrador aun que Lucian no se movió, efectivamente había bajado de peso y no especialmente por el estrés.

- Estoy bien, comeré más tarde ¿si? - intento ser suave con ella esta vez, era su truco para no hacer cosas que no quería.

- Esta bien, pero recuerde que es muy importante alimentarse - dio un discurso ya que la chica se especializa a en la nutrición.

- Si, no te preocupes tanto, ve a comer y luego revisa a los pacientes del pasillo B-2 - se levantó.

- Si doctora - fue contenta esparciendo estrellas por el pasillo mientras se alejaba.

Lucian miró su reloj de mano comprobando la hora, eran apenas las  3:20 de la tarde, ahora mismo tenía un poco de tiempo libre.

Se levantó y decidió dar la vuelta para matar el tiempo y que su hambre disminuyera pensaba que si comía esa comida cuando realmente estaba hambrienta el sabor se perdería y cambiaria por uno mejor.

Si tan solo fuera más simple, ojala a su padre le llegue su señal telepática y le mande comida de la casa Tybur solo por ese día.

Estaba muy agradecida que no hubiera nadie en los pasillos consiente de los gruñidos del estómago de Lucian. Tal vez con tan sólo pedirlo estos pararía ya que sería realmente vergonzoso que alguien llegara a escuchar.

𝐿𝑎 𝑏𝑒𝑙𝑙𝑒 𝑑𝑎𝑚𝑒 𝑠𝑎𝑛𝑠 𝑚𝑒𝑟𝑐𝑖  °『𝐸𝑟𝑒𝑛 𝐽𝑎𝑒𝑔𝑒𝑟』Donde viven las historias. Descúbrelo ahora