En un mundo en donde las personas se ven divididas por los secretos que se ocultan en sus calles, dos personas totalmente opuestas colisionan en un encuentro capaz de cambiarlo todo.
Si se supiera que cierta parte de la población nace con una energí...
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El mundo cambia a una velocidad vertiginosa.
Es imposible adivinar cómo viviremos en el futuro; incluso si solo habláramos de un par de horas de diferencia entre dónde nos encontramos en este mismo instante y en dónde terminaremos al finalizar el día, ya que hasta la cosa más mínima puede llegar sacarnos de nuestro eje y obligarnos a desviar nuestro camino hacia una ruta que en nuestra vida habríamos considerado tomar. Por lo que no hay forma de prevenir o asegurar lo que va a pasar con el correr de las manecillas del reloj, y lo único que sabemos con certeza es que se necesitará de mucha imaginación y creatividad para poder transformarnos y afrontar los nuevos retos que se avecinan hacia nosotros en cuestión de segundos.
Es por eso que el mañana es una esperanza con la que contamos y no una promesa que nos asegura que tendremos un espacio en él.
Si años atrás me hubieran advertido que me encontraría parado donde estoy ahora, lidiando con los infortunios que me veo obligado a sobrellevar, no sería capaz de creerme ni una sola palabra de toda esta historia. Incluso ahora, viviendo todo en carne propia, me resulta hilarante la forma en que terminaron las cosas.
Pero así es como funciona el mundo.
Todo lo que ves a tu alrededor se encuentra enfrentándose a algo.
Lo que nace debe morir.
La salida de un laberinto te lleva directo a un laberinto mucho más grande que el anterior.
Y ni siquiera contamos con el tiempo suficiente como para detenernos un segundo y pensar correctamente en lo que está pasando. En situaciones así, lo único que nos queda es correr de un lado hacia otro esperando que lo que sea de lo que estamos huyendo no nos alcance en su cacería, porque escapar de la realidad siempre va a ser lo más sencillo.
Pero el mundo está repleto de incógnitas.
Miles y millones de preguntas surgen con el pasar de cada segundo y el ser humano protagoniza la mayoría de ellas, siendo una de las especies que más dudas genera y que cuenta con tan pocas respuestas hacia sus propias preguntas.
Dicen que no hay peor ciego que aquel que no quiere ver. Pero la verdad es que hay cierto confort en ignorar lo que sucede a tu alrededor e imaginar escenarios que te mantienen dentro de una burbuja de negación que te resguarda de lo inexplicable y te permite seguir con tu vida de la forma más amena posible. Pero...
¿Qué pasaría si en en el afán de ignorar lo obvio, se perdiera el pequeño detalle de que hay una gran cantidad de personas que se benefician de esa inconsciencia?
