IX. Cuerda floja

86 32 10
                                    

Había algo en la forma en que me observaba la peliazul que hacía que los vellos en mis brazos se pusieran de punta

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Había algo en la forma en que me observaba la peliazul que hacía que los vellos en mis brazos se pusieran de punta. Y es que todos dentro de la habitación parecían no querer despegar sus ojos de mí, pero había cierta energía pesada que parecía rodearla a ella en particular, y la postura que había adoptado como si se hubiera puesto en alerta con tan solo mi presencia solo conseguía ponerme mucho más nervioso de lo que ya estaba al entrar aquí.

No es de extrañar que pareciera ser la que mandaba a los otros idiotas.

Y la duda de si la peliazul esperaba que yo contestara a lo que había dicho segundos antes me asaltó de repente, haciéndome sentir incomodo.

No quería hablar con ellos.

Me sentía acorralado.

Y extrañamente el silencio que llenaba el lugar me resultaba mucho más cómodo que cualquier conversación que pudiera llegar a surgir de alguno de nosotros, por lo que no estaba entre mis planes continuar con esta especie de tira y afloja, en donde yo respondía alguna de sus tantas preguntas solo para que ellos continuaran desconfiando de mí. Así que lo siento mucho por la peliazul y su mirada penetrante, pero prefiero quedarme con mi silencio mientras pienso en una manera de salir sano y salvo de aquí.

El agarre en mis brazos me molestaba. Tanto así que hasta podría intentar arrancarme el cordón con los dientes si no fuera porque sentía que ante el más mínimo movimiento cualquiera de estos trogloditas podría saltarme directo a la yugular.

Me removí en mi lugar, inquieto, cruzando miradas con el pelinegro que para este punto parecía querer evitarme a toda costa. Y no lo culpo. Si yo estuviera en su situación y alguien hubiera tomado mi energía vital de una forma tan extraña e impensada, lo mínimo que haría sería evitarle la mirada.

Desvié la vista hacia mis manos que se mantenían unidas delante de mí, notando en ese mismo instante como todo mi cuerpo comenzó a sentirse extraño.

El dolor insoportable de cabeza que me consumía pasó a segundo plano al notar el hormigueo que me recorría entero y, al sentir como mi boca se volvía pesada, fruncí el ceño y tomé una bocanada de aire intentando calmarme.

Tenía la misma sensación de cuando él había tomado mi brazo.

El mismo mal presentimiento.

La misma desesperación.

Me sentía hiperventilar y de forma tonta agité mi cabeza buscando alejar ese sentimiento, siendo completamente en vano. Todo lo que podía sentir era ésta sensación de angustia recorriendo cada una de mis extremidades y el sonido ensordecedor que hacía el palpitar de mi corazón a causa del miedo.

Me sentía paralizado, como si todo lo que estaba ocurriendo a mi alrededor no se moviera.

Intenté observar de nuevo al pelinegro buscando obtener su atención para ver en sus ojos si lo que estaba pasando era real, pero él no se encontraba mirándome.

Magic ~KookMin~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora