VII. Ilusión

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El sonido del acelerador pisando a fondo junto con la respiración erradica que consumía mi cuerpo era todo lo que se escuchaba dentro del auto

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El sonido del acelerador pisando a fondo junto con la respiración erradica que consumía mi cuerpo era todo lo que se escuchaba dentro del auto.

La velocidad que el pelinegro empleaba al conducir era realmente peligrosa, y lo era aún más considerando que el vehículo se dirigía directamente hacia la inmensa cantidad de árboles que nos rodeaban y que estábamos a punto de estrellarnos contra los mismos.

Tan solo un par de centímetros más y el auto quedaría impactado contra la robusta madera.

Aunque los demás no parecían inmutarse ante esto. Hasta se podría decir que lucían extrañamente relajados, como si lo que estaba a punto de ocurrir no les afectara en lo más mínimo y un choque de esas características no pudiera llevarlos a una muerte segura en cuestión de segundos.

Los inmensos árboles se encontraban cada vez más cerca y el impacto era inminente.

Aterrado, llevé los brazos hacia mi cabeza intentando cubrirme del golpe de alguna manera.

Solo que éste nunca ocurrió.

Alejé las manos de mi rostro y alarmado observé todo a mi alrededor esperando sentir el estruendo del impacto o algún tipo de dolor recorriendo mi cuerpo que me indicara que lo peor ya había pasado, pero no sentía nada en lo absoluto.

Desvié la mirada hacia mi derecha con la respiración acelerada, dando de lleno con la expresión apacible del moreno que me observaba con un dejo de burla en su rostro. Su tranquilidad me abrumaba, por lo que desesperado fijé la mirada sobre los asientos delanteros encontrándome con que los otros dos presentaban la misma serenidad que el moreno cargaba consigo.

El pelinegro mantenía su pie firme sobre el acelerador y su mirada no se despegaba del frente del vehículo.

Quería gritarles o hacer algo que llamara su atención para que reaccionaran pero cuando estaba a punto de abrir la boca para hacerlo, visualicé como la gran arboleda que nos rodeaba se desvanecía a nuestro paso.

Qué demonios.

Giré mi torso observando por la ventana trasera como la ruta por la que veníamos antes parecía haberse quedado pausada. La inmensa cantidad de árboles que veíamos, ahora parecían tan solo una simple imagen en un pantalla. Observé hacia el cielo sorprendido, notando como una especie de domo gigante nos cubría por encima de nuestras cabezas. Y cuando el vehículo traspasó dicho domo éste hizo el mismo movimiento que hacia el agua cuando una hoja caía sobre ella, y como si pequeñas olas se formaran en toda su estructura, los árboles que parecían estar plasmados sobre éste se distorsionaron siguiendo su movimiento.

Mi expresión debía resultar de lo más divertida, ya que la risa del moreno rompió el silencio en un instante y me obligó a girarme para mirarlo nuevamente.

—Es genial, ¿no crees? — cuestionó.

Mantuve la boca abierta mientras lo observaba sin saber muy bien qué responder, pues no tenía idea de lo que acababa de pasar.

Magic ~KookMin~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora