"PACTO CON LA MUERTE"
○Capítulo 19○
○Ethan Anderson○
Una vez quedó vacío el lugar me asegure de que todo estuviera bien cerrado, mamá había insistido en que fuera a casa, lo haría, pero más tarde, ahora tendría una plática con alguien.
Vera.
Quien les había mentido a sus amigas diciéndole que se iría a casa, lo cierto es que estaba esperando por la puerta trasera del local, más bien dentro de una bodega.
Cuando la fui a ver la encontré sentada encima de un cartón, tomando una botella de tequila, un poco de rimel corrido por debajo de sus ojos. Se veía fatal, no por si físico, sino emocional.
Cuando sus ojos subieron desde mis pies hasta mis ojos formó una sonrisa, una amarga sonrisa.
Con delicadeza alcé su cuerpo, y la cargue hasta que estuvimos adentros, murmuraba cosas que no lograba entender.
Una vez adentro, observo los vitrales y la figura de piedra de una mujer. Más bien era un rostro, una suculenta cola de barro simulaba ser su cabello.
—Felicidades —murmuró con voz ebria.
—Gracias.
No sabía que decir, no sabía si en verdad me estaba escuchando.
Sus ojos recorrieron todo el lugar, la luz roja de las lámparas iluminando su rostros, las cortinas bajadas, nadie podía vernos. Solamente éramos ella y yo.
—¿Estás bien? —tomé su mejilla, mi pulgar bajo a sus labios.
—Hum. No la verdad no —se separó de mí—. Pero estoy contenta por ti, lo que dijiste es tan cierto, ¿sabes?, creo que mi vida sería un libro de matemáticas, todos se aburren de él y de tan sólo escuchar su nombre corren. Yo misma lo hago, yo misma -la yema de sus dedos tocaban lo que estuviera a su paso-, llega el punto en donde yo misma quiero esconderme de mí -su dedo apunto mí pecho.
—A muchos les gusta las matemáticas. Por lo menos a mi sí —tomé su muñeca abriendo el puño que su mano hacía, hasta que nuestras manos quedaron unidas.
La diferencia en ellas era notoria.
Sus mejillas se tornaron rojas.
—¿Podrías poner un poco de música? Por favor —suplicó haciendo un puchero.
No me gustaba tanto que las chicas hicieran pucheros, se me hacía un poco tonto y ñoño.
—Okay —saque mi móvil.
—No hay nada q-que la música no pueda resolver.
Su pequeño cuerpo se movía de forma lenta, su mano tomó la mía atrayendome hacia ella, pasó sus manos alrededor de mi cuello, llevé mis manos a su cintura. Su cuerpo hablaba por sí solo, se emocionaba cada que lo tocaba, cada que nuestros cuerpos estaban juntos surgía una química.
Me aterraba la idea de sentirme atraído a ella, lo había hecho una vez, no lo volvería a hacer.
Mis manos tomaron su rostro, y sin pensarlo uní nuestros labios, un mar de emociones surgieron en mí. Caminamos hasta llegar al sofá, nuestros labios moviéndose de una manera lenta, ambos lo disfrutábamos.
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Siempre Fuiste Tú © [En Edición]
Teen FictionVera Brown una chica de diecisiete años que ha pasado parte de su vida rodeada de problemas paternales, teniendo un padre violento y una madre alcohólica, pero así mismo un hermano que daría la vida por ella. Cuando piensa que su vida ya no tiene so...