Siempre Fuiste Tú © [En Edición]

○ Capítulo 7 ○

○ Capítulo 7 ○

"ENCUENTROS INESPERADOS"

—Todo ha estado más calmado,las terapias me están ayudando mucho, pero sinceramente esa pregunta aún no la puedo contestar porque ni yo misma se como estoy — le dije a la Doctora Valeria.

Asintió —Te entiendo, pero yo como psicóloga estoy aquí para ayudarte, y no para juzgarte.

Tocó suavemente mi mano.

Y nuevamente, se encontraba preguntando el típico ¿Cómo estás?, eso mismo yo quiero saber, porque realmente, ya no se como me encuentro.

— ¿Problemas en casa? — preguntó yo la miré.

— Igual que siempre, tal vez y eso sea, lo que no me ayuda a sentirme bien —murmullé cabizbaja.

— Necesito hablar con tus padres —acomodó sus lentes.

—¡¿Qué?!, ¡No!, ellos no se interesan en mi, seria solamente una gran perdida de tiempo Valeria.

Ella negó — Si ellos y tú, no ponen de su parte las cosas no mejorarán, tienen que entender que su ambiente es muy tóxico, y esa toxicidad, en algún momento los terminara de derrumbar más de lo que ya se encuentran — ella dijo, para levantarse de su asiento — es por el bien de todos ustedes, la sesión terminó por hoy, nos vemos el próximo mes o si es posible antes.

Buscó en una carpeta unos papeles.

Yo solo me quedé en mi asiento, no sabia que decir al respecto, sabía que tenía razón, que nuestra convivencia familiar resultaba ser tóxica, pero también sabia como mis padres reaccionarían, y sin duda su reacción de ellos me causaría miedo, y para poder sanar tendría que empezar desde lo más profundo, sanando toda aquel herida que mi cuerpo, alma y mente tuviera, para así poder por fin vencer mis sombras.

Tal vez y aquel chico de aquel día, si no me hubiera salvado estaría agradecida, tal vez si hubiese tenido una accidente y hubiera muerto, ya no sería un problema, pero también estoy agradecida por haberme salvado, porque eso quería decir, que por lo menos, la vida quería verme luchar, quería hacerme saber, que podría vencer la tristeza para obtener la alegría, estaría agradecida con él, aunque no lo volviera a ver.

Mis pies empezaron a caminar, hacia ninguna dirección, quería estar sola, quería llorar, gritar, quería sacar todo, quería sentir la paz, quería estar solamente conmigo misma, aunque por momentos yo misma me odiara, la soledad también, se convirtió en mi familia y en la que nunca me abandonaría.

Hasta que llegué, a aquel sitió, donde cada que me sentía frustrada, me calmaba, un lugar que se convertiría muy importante para mi. Al igual que siempre, se encontraba todo en silencio, sin rastro de ninguna persona, al llegar lo primero que hice fue acercarme hacia el alambrado, me encantaba más como lucia la ciudad de noche que de día, me encontraba perdida en mis pensamientos hasta que unas voces me sacaron de ellos, giré mi cuerpo para ver de quién se trataba, y era una pareja con dos pequeños, que venían saliendo de entre aquel campo árbolado, se veían demasiado felices, que sin duda sentí alegría por ellos, no porque mi vida sea una mierda, quiera decir que le voy a desear lo mismo a los demás, porque no se lo deseo ni al peor enemigo, la chica me regalo una sonrisa, a la cual yo correspondi, hasta que desaparecieron de mi vista.

Era una muy linda familia.

La tarde caería, y tendría que regresar a casa, si es que acaso se le puede llamar así, el camino de regreso comenzó igual que siempre, perdida en mis pensamientos, encontrándome por las calles, a parejas tomadas de la mano o abrazadas, pequeñas risas de algunos niños, murmullos de algunas personas, hasta que sentí la mirada de alguien, volteé mi cabeza, y me encontré  con la mirada de un chico alto, que al instante volteó su mirada hacia una chica, ignore aquello y continúe mi camino, sentí que a ese chico lo había visto, pero no sabia exactamente de dónde, por un momento pasó por mi cabeza, el chico que me salvó, pero tal vez y solo son ideas mías.