En un mundo ideal no habría Alfismo que apresara y humillara a los Omegas como Park Jimin; un galardonado médico de campaña al servicio militar y por cuyo respeto debía luchar día tras día.
En un mundo ético no habría ese miedo irracional a lo desco...
A ver...quien sea lector mío de continuo y haya leído la saga "Eterno" se va a morir. Primer y único aviso, se me ha ido la pinza y he mezclado mundos de sos historias muy diferentes. Allá vamos 😘
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Eran las cuatro de la mañana cuando Jimin despertó por el fuerte apretón en su tronco, su cuerpo siendo comprimido por los fuertes brazos del Alfa que dormía junto a él en su cama. Un quejido bajo salió de sus mullidos labios por el daño que el gesto de posesión dormido del menor le había hecho. Pero JungKook no estaba dormido, de hecho estaba sollozando en su cuello con fuerza, y aquello logró despertarlo del todo.
Despierto, con todos sus sentidos alerta al fin, fue que mínimamente comprendió durante una fracción de segundo ese supuesto llanto repentino de JungKook. Su corazón, no el del humano, sino el de su lobo se estaba rompiendo. Jimin podía sentir como su Omega aullaba de dolor, como se retorcía buscando salvarse y proteger a alguien.
Ambos cuerpos en la cama del apartamento de Park se retorcían sobre el colchón, enredados entre sí y expulsando su aroma con intensidad pero tonos amargos y agrios a su vez. Un gruñido salvaje nació desde el pecho de Jeon y un gritó agudo de socorro del de Jimin a la vez; tras ellos solo hubo silencio.
Con la respiración difícil de mantener continua se buscaron con desesperación y abrazaron uno al otro con fuerza, buscando refugio y protección entre sí. No sabían que había pasado, no a ciencia cierta, pero sabían a raíz de qué venía.
-TaeHyung. -Dijeron ambos a la vez.
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Sus ojos eran pesados, sus manos y pies estaban adormecidos y sus sentidos algo idos. Una profunda respiración fue dada y toda su nariz ardió por el proceso, olía a la sangre seca en sus fosas nasales. Tratando de hacerlo ahora por la boca, respirar, se arrepintió mucho más. El escozor en su garganta y lo seca que estaba casi lo ahoga, ni toser podía.
Contó hasta tres y volvió a tomar ligeras inhalaciones de aire, era frustrante y doloroso hacerlo. A sus oídos llegaron voces cercanas en el silencio del lugar, una le quería sonar, la otra la reconoció al instante como la de su único amigo.
