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Jimin solía tener un sueño bastante pesado, pero para su sorpresa esa noche, no durmió siquiera un poco. Y es que, su mente no paraba de repetirse una y otra vez las palabras de Jungkook antes de salir de su habitación «Estoy enamorado de ti». Jimin quería oír tanto esas palabras, que no entendía por qué no estaba dando brincos de la emoción. Bueno, vale, sí que entendía por qué no lo estaba haciendo, simplemente quería ignorar la molesta sensación de realidad.

No mentiría, su corazón latía con fuerza al pensar en Jungkook y sus sentimientos por él, no era como sí no le emocionara siquiera un poco. A Jimin le emocionaba, sí que lo hacía, que la persona de la cual estás enamorado esté enamorada de ti, hace todo alucinante. Sin embargo, con la misma intensidad con la que su corazón se emocionaba, era la misma intensidad con la que sentía decepcionado.

Y es que, cuando se trataba de Jungkook, todo parecía afectarle el doble. Ya sea respecto a los sentimientos que le hacían sentir por las nubes, como los que le hacían sentir aquella pesadez en el pecho.

Jimin siempre fue indeciso, sin embargo, durante esa noche en vela, había tomado una decisión, una realmente clara.

Jungkook tampoco había dormido mucho esa noche y podía verse reflejado en el par de bolsas negras que colgaban bajo sus ojos por la mañana. Jungkook no era de desvelarse, por lo que mirar aquellas manchas bajo sus ojos fue realmente desagradable y lo puso de un humor bastante malo. Su madre en un intento por ver a su hijo en un mejor estado, tomó una cucharita fría del congelador y las coloco en las bolsas para bajar la hinchazón. Jungkook quedó sorprendido por el resultado y sintió alegría al ver que luego de que su madre le pusiera un par de parches de procedencia desconocida para él, sus ojeras habían desaparecido por completo. Dejando apenas un rastro de sombra debajo de sus ojos.

Definitivamente aquello cambio el ánimo de Jungkook y su mañana empezó de un ánimo menos malhumorado. Miraba el reloj digital que colgaba en la pared de su cocina mientras que comía su cereal de avena y sus pensamientos iban a cualquier otro lugar menos a las palabras que su madre estaba diciendo en ese momento. Él solía prestarle atención a su madre, podría jurarlo. Sin embargo, esa mañana en sus pensamientos no había cabida para nada más que no fuera Jimin.

Jungkook estaba nervioso, no solo porque el día anterior se había confesado, sino que, finalmente el viernes había llegado y con ello, el final del ciclo escolar y el final de su trato con Jimin. Para ser honestos, Jungkook no tenía ni la menor idea de que pasaría con Jimin, pues, el que no le haya respondido ayer que le quería también, le hacía sospechar que el destino para ambos no era uno muy bueno.

Jungkook se paró del taburete de la cocina con la espalda encorvada. El olor a lavaplatos inundó su nariz apenas arrojó el plato en el fregadero y con una mueca desagradable lo lavó, subió a cepillar sus dientes cuando terminó y luego volvió a bajar preparado para marcharse a clases. Esa mañana el camino con su madre fue silencioso y Jungkook apenas gestiono palabra cuando bajó del auto y se despidió. Acomodó la mochila en su espalda y apenas unos segundos de bajar del automóvil, Jungkook sintió una presión en la muñeca, alguien estaba jalando su Jersey para llamar su atención.

—Hey —Jimin habló— Estaré toda la mañana ocupado, pero me gustaría verte hoy en el almuerzo, en la azotea —Jimin soltó el agarre y se encaminó hasta la puerta de entrada. Ya estando considerablemente lejos de Jungkook, preguntó— ¿Te parece bien?

—Si —Jungkook respondió con voz alta y firme— Ahí estaré.

Jungkook sentía un tamborileo extraño en el pecho, si Jimin le había pedido hablar, era porque tenía una respuesta a su confesión... Y aunque aún guardaba la esperanza de seguir estando con Jimin, Jungkook no pudo dejar pasar por alto la sensación de miedo que le produjo imaginar que Jimin no correspondiera sus sentimientos.

First Times ミ⚘ 𝐾𝑜𝑜𝑘𝑚𝑖𝑛Donde viven las historias. Descúbrelo ahora