First Times ﾐ⚘ 𝐾𝑜𝑜𝑘𝑚𝑖𝑛

Final

Para Jeon Jungkook, el tener a Jimin en su vida significaba muchas cosas. Y es que, el mayor le había ensañado a sentir cosas que él siquiera sabía podían sentirse.

Park Jimin era especial, más especial que cualquier persona que haya conocido. Cada detalle de él, hacía que el corazón de Jungkook se sintiera agitado, como si los latidos en su pecho no tuvieran la capacidad de controlarse cuando le veía. Jimin era el ser humano más lindo que Jungkook había conocido, tanto físicamente, como mentalmente o espiritualmente, cualquier ámbito del que quisieses hablar, Jungkook siempre encontraría al menos una razón por la cual decir que Jimin era maravilloso en dicho aspecto.

Jungkook adoraba cada parte de Jimin. Desde la manera en que su labio se fruncía cuando algo no le gustaba o como sus ojos desaparecían en forma de medialuna cada vez que reía, como sus pestañas se batían cada vez que preguntaba algo, como siempre encontraba la manera de hacerle saber que estaba ahí para escucharle e intentar hacerle sentir reconfortado, hasta lo risueño que era, lo tierno que resultaba sus acciones sin siquiera intentarlo y de la misma manera, lo atrevido que resultaba ser cuando quería serlo. Jungkook admiraba su paciencia, su talento con el dibujo y la lealtad con la que siempre estaba para los suyos. Amaba su personalidad, su rostro, su cuerpo, su bondad y la manera tan genuina de ser sí mismo a su lado.

El pelinegro adoraba a Jimin en todos los sentidos, pero también atesoraba el vínculo con su propia madre. Ella había hecho todo por él y había estado ahí desde el primer momento de su existencia... Aunque había cometido errores, le había amado de una manera incondicional. Jimin tenía razón, entre más tiempo estuviera distanciado de ella, en el futuro, más grande sería su arrepentimiento.

Tal vez por eso, Jungkook se levantó aquella mañana tan decidido.

Jungkook adoraba a Jimin más que a nadie sobre la tierra, causarle daño no era una opción y sabía que toda la situación con su madre terminaría agobiando al mayor de alguna manera u otra. Jungkook había deducido que si seguía junto a Jimin mientras la situación de su madre no se arreglaba, Jimin se sentiría inevitablemente culpable y sentir culpa no debía ser un sentimiento agradable.

En ese punto, el joven muchacho tenía dos opciones: La primera opción era, plantarse firme frente a su madre para decirle que no va a romper su vínculo con Jimin por ella... Mientras que, la segunda opción, era decirle a su madre que, entendía por qué no quería que estuvieran juntos y que, si era lo que ella deseaba, dejaría ir a Jimin.

Elegir entre ambos era ridículo, nisiquiera podían ser comparados en la misma categoría. Sin embargo, ahí estaba Jungkook un lunes por la mañana, caminando hasta la habitación de su madre, decidido a soltar la primera palabra y derrumbar el inmenso muro invisible que se había creado entre ambos.

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El lunes por la mañana, fue complemente extraño para Jimin.

Y es que, todo con Jungkook cambió de manera abrupta una vez más.

Jimin era completamente consiente de que le había cedido su espacio a Jungkook, pero no creyó que el menor simplemente fuera a ignorarle por completo. Al menos, no de la manera en que lo estaba haciendo. Jungkook no era sutil, para nada. Pasaba de él de manera notoria y le ignoraba como si nunca hubieran compartido palabra alguna. Incluso, era tanta la indiferencia que mostraba el pelinegro, que ni siquiera devolvía sus saludos.

El resto de la semana no fue diferente, ya que, Jungkook se dedicó a repetir la misma rutina del lunes hasta el viernes.

Jimin no mentiría, su corazón no se sentía de la mejor manera al ser ignorado, sin embargo, era tan empático que no podía juzgar a Jungkook. Además, Jimin se lo había prometido, le daría espacio y tiempo para resolver las cosas, no se enojaría por ello, mucho menos le reclamaría. Sería paciente, si eso significaba estar juntos de manera que no hubiera problemas más fuertes a la larga.